Tisaleo rinde homenaje a santa y recuerda batalla
Desde sábado, al menos unos quince mil turistas entre locales, nacionales y extranjeros arribaron a Tisaleo.
Su llegada es para participar en la fiesta por la devoción a Santa Lucía, patrona del cantón.
A ello se agrega la centenaria tradición de escenificar la conquista española y recordar con orgullo la resistencia indígena al avance de la colonización.
La tarde del lunes fue el evento central con una representación de la guerra entre los bandos de los aborígenes y los ibéricos invasores.
Pablo Maliza, tisaleño de sesenta y ocho años, explica cómo se originó este festejo.
“La celebración es una mezcla entre la historia de la conquista y la fiesta dedicada a Santa Lucía, quien protege a este poblado. Es muy antigua, nuestros abuelos ya la compartían y nos contaban que sus ancestros también participaron, con la diferencia que antes se podría decir que era una verdadera guerra, ya que los personajes se metían tanto en el papel que muchas veces hubo ciudadanos heridos por los enfrentamientos. Ahora, es más suave y moderada” dijo.
Según cuentan los pobladores, esta batalla fue real, y se la libró en 1534, cuando el cacique Tisaleo acompañado de 12. 000 combatientes, trataron de evitar el avance de 200 españoles apoyados por 11. 000 cañaris en su camino hacia Quito para apoderarse de los tesoros incas.
Miembros de la Policía garantizan la seguridad y evitan que se produzcan altercados.
El enfrentamiento entre invasores y nativos se lo representa en el sector llamado El Relleno, a diez minutos del centro de Tisaleo.
En el sitio más de 1.000 jinetes con sus representativos caballos desfilan con atuendos de indígenas y de españoles, dependiendo del bando en el que se ubiquen.
Los escuadrones de guerreros tienen un número aproximado de treinta personas, con su respectivo capitán. Este personaje, durante la cabalgata, sostiene uno de las insignias más representativas de esta fiesta: el bastón de mando.
Este sincretismo entre religión, historia y cultura da paso a una de las fiestas más importantes y coloridas de la región centro y con ello a una gran actividad económica que se mueve detrás de la festividad.
Pedro Yanqui Maliza, tisaleño de 62 años y artesano oficial para elaborar este bastón, explica la importancia del mismo.
“Lo lleva cada capitán de escuadrón y tiene todo un significado espiritual y cultural para el portador. Mide aproximadamente 80 centímetros y es elaborado en madera de chonta. Me toma aproximadamente una semana fabricar cada uno. Lleva incrustado cuatro aros de metal, cintas de colores y lo más importante, una cruz que representa la fe cristiana del portador”.
Otra actividad que cobra fuerza es la venta de comida preparada. Para algunos tisaleños es una de las fechas más rentables del año por la gran afluencia de turistas.
Un ejemplo de ello es Maricela Villalba, quien afirma que elabora aproximadamente 1.200 platos de hornado y fritada en los cuatro días de celebración. “Con la ayuda de todos mis hijos, preparamos también cuyes y conejos asados” afirmó. Un personaje muy apreciado en esta fiesta es el prioste, quien es el encargado de poner a disposición su casa para acoger temporalmente a los visitantes y dar de comer a los cansados combatientes.