Juan Guzmán corta en trozos una hostia con sabor a limón y la reparte entre sus 4 hijos y sobrinos. Los chicos la saborean a grandes bocados y, en menos de 30 segundos, terminan con el dulce. Luego ‘devoran’ turrones y chocolates rellenos con maní, nuez y macadamia.

La escena se desarrolla en un puesto de venta de melcochas y jugos de caña cerca de la terminal terrestre de Puyo, en la provincia de Pastaza. Guzmán le pregunta al comerciante dónde elaboran las hostias y los turrones.

El vendedor le responde enseguida: “En el cantón Tisaleo. Allá funciona una microempresa que nos provee de estos productos cada semana desde hace años”.

La fábrica a la que se refiere se denomina Brayhino. Empezó hace más de 20 años en el barrio San Juan, a 20 minutos de Ambato. El acceso es cómodo y poco complicado, pues se encuentra a un costado de la carretera asfaltada que integra Ambato con Mocha y Riobamba. La edificación de una sola planta no es ostentosa.

Está formada por 3 cuartos que se conectan mediante un patio exterior. Las habitaciones cuentan con pisos de baldosa y paredes cubiertas hasta la mitad con cerámica. Las puertas con marcos de madera están cerradas con malla metálica para evitar el ingreso de insectos y mantener un ambiente fresco.

Ocho empleados visten mandiles, gorros y mascarillas blancas. Ellos se encargan de mezclar los ingredientes dentro de máquinas de acero que baten y presionan, según la parte del proceso. La habilidad de los obreros es impresionante cuando vierten la masa de harina de trigo en una especie de tostadora eléctrica que le da la forma redonda a las hostias. Estas exhiben dibujos de los personajes de Disney en alto relieve.

En cuestión de segundos, los hombres y mujeres retiran las obleas (hojas muy delgadas de pan) y las apilan para luego enfundarlas y etiquetarlas. Cecilia Manobanda empezó en esta labor en 2011. Al poco tiempo aprendió a hacer turrones. Ella vive en la zona.

“Me siento a gusto con lo que hago porque se aprende a hacer un producto de calidad y me permite mantener a mi familia sin marcharme a otro lugar. Trabajo de lunes a viernes, de 07:30 a 16:30”, explicó Manobanda.

¿Cómo empezó la microempresa?

Isabel Panimbosa, gerente propietaria, explica que este emprendimiento empezó oficialmente en 2001, a pesar de que ya laboraban en 1990. “Los turrones son elaborados con miel, clara de huevos, azúcar y maní, macadamia, almendras o nuez. Producimos 3 mil fundas semanales y nuestro principal mercado es Baños de Agua Santa y Puyo”, aseguró.

El crecimiento del trabajo es notable, según Panimbosa, pues en 1990 sacaban al mercado 20 docenas de turrones por semana, mientras que actualmente ofertan 1.500 en el mismo período. Cada docena cuesta $ 2,50. En cuanto a las hostias, venden 500 docenas semanalmente. Cada funda de 10 unidades cuesta $ 1.

“El Gobierno Provincial de Tungurahua nos ayudó con la publicidad del producto y la promoción en ferias provinciales. Somos parte de una ruta turística”, añadió la propietaria. Hace 40 años, Gregorio Panimbosa, padre, era un jornalero de las haciendas del sector.

Miraba los colmenares y decidió adecuar 40, pero no sabía qué hacer con la miel. Entonces, con la ayuda de sus hijos, buscó ideas y se propuso elaborar turrones con esta materia prima. “El secreto es trabajar con miel de abeja 100% natural, la cual le da ese sabor agradable y sano”, aseguró.

Pronto empezarán a vender también bombones rellenos con turrón líquido. Las hostias se hacen con harina de trigo fortificada y saborizantes y colorantes registrados.