Sismo de 1698 movilizó flujos de lodo que asolaron comunidades de Ambato y Patate
Para asumir un tema tan doloroso que acabamos de vivir, parto de una reflexión popular que se mantiene en la memoria oral de nuestra gente sabia que dice: “Lo que no hace un terremoto, hace una administración municipal”.
Ambato, por ejemplo, tiene nostalgia arquitectónica porque busca sus recuerdos en fotografías para poner en libros. Incluso, para exhibir como ilustraciones en paredes de entidades públicas.
Esas fotos son gritos de impotencia de los sobrevivientes que nada pudieron ante las disposiciones de quienes, a su turno, demolieron durante meses y con dinamita, lo que no pudo tumbar el terremoto. Luego vinieron las reconstrucciones, los cambios de sitio, y el crecimiento desordenado y amontonado.
Partamos de esta declaración del general don Fernando Dávalos sobre el terremoto de 1698 en las zonas de Ambato y Patate. Datos tomados directamente de los archivos y que no han sido documentados en libros que he podido leer al respecto.
El terrible cataclismo ocurrió en el centro del Ecuador, el 20 de junio de 1698. En esa ocasión con el hundimiento del Carihuairazo y el reventazón del Chimborazo.
Esto hizo que el comisionado de la Real Audiencia de Quito, el licenciado Antonio de Ron, pidiera testimonios notarizados a funcionarios sobrevivientes que residían en la provincia de Tungurahua. Así se levantó el informe y se tomó la decisión de reubicar la ciudad.
Uno de estos es el presentado por el General don Fernando Dávalos, que lo hizo el 1 de agosto de 1698, bajo juramento: “Dijo que lo que sabe y puede decir… es por lo que mira a la mortandad de la gente de este asiento.
Habiendo visto la ruina que ocasionó el terremoto en los templos y casas del y su asolamiento. Preguntando cuántos eran los muertos, le dijeron que por averiguación y diligencia del doctor don Hipólito de Vega y Cadena, cura y vicario de este asiento, que la gente española de todos sexos y edades, fueron 556; y de los indios 1.160.
Sin muchas más que no se ha podido averiguar por no haber quiénes lo noticiasen, dentro de este asiento y vegas y otra banda del río.
Y por lo que mira al pueblo de Patate, habiéndose hallado este declarante en una de sus haciendas que tiene en el dicho pueblo al tiempo de dicho terremoto. Y visto la desolación que ocasionó en las casas y trapiches de sus términos.
Y muchas casas, y la iglesia de dicho pueblo que también robó dicho río, dejándolo todo cubierto de lodo, habiéndose rebalsado más de 20 cuadras de ambas partes de la quebrada continua. Destrozó todas sus orillas, como aconteció en la parte y sitio de San Ildefonso, de onde se robó el obraje de labrar paños de este declarante.
Y así mismo sabe que el Río Grande de este dicho asiento (Ambato) se robó todas las huertas, batanes y molinos de sus vegas, y la huerta que este declarante tenía, y sitio para obraje. Que esto es lo que sabe y ha visto, y es la verdad so cargo del juramento que tiene fecho, en que se afirmó y ratificó.
Dijo ser de 60 años poco más o menos, y lo firmó con Su Merced el Señor Fiscal, ante Tomás de Alvarado, escribano público”.
Más testimonios
Así refiere el capitán Lucas López-Naranjo, mayordomo de la fábrica de la Iglesia de San Juan Bautista de los españoles de Hambato. 1702.
Después del terremoto de 1698, los avecindados españoles de Hambato se quedaron sin templo. Esta noticia contenida en un documento de 2 de febrero de 1702 hecha ante el escribano Antonino Balenzuela, da testimonio de quién estuvo a cargo de construir la nueva iglesia.
El Capitán Lucas López-Naranjo, singular apellido de doble composición, fue vecino de este asiento. “En la mejor vía y forma que haya lugar en derecho, otorga que vende de ahora y para siempre jamás, a Andrés de Cabos Carrillo, vecino de este dicho asiento.
A quien su acción y derecho representaré, un solar de tierra de los que los diputados de esta nueva población han cedido y largado a la fábrica de la iglesia del Doctor San Juan Bautista de los Españoles de este dicho asiento, cuyo mayordomo es el otorgante, y como tal hace esta venta”.
Gestiones y reconstrucción
Resulta muy interesante inferir el mecanismo para reunir el dinero, con el fin de conseguir la construcción del templo. Para entender esto primero hay que despejar la etimología del verbo diputar, y de los encargados o representantes que son los diputados.
Diputar viene del latín y la Real Academia anota que es “señalar o elegir una persona o cosa para algún uso o ministerio”. Diputar también tiene que ver con la elección de un representante de un cuerpo, ante quienes han de llevar adelante una solicitud para concretar algún acto.
Los diputados son “las personas nombradas por un cuerpo para representarlo”, aunque en las prácticas democráticas que hemos vivido, se sabe que los diputados han sido elegidos directamente por electores para componer una cámara.
Estamos ante una etimología primaria. Después del terremoto de 1698, Ambato tuvo sus diputados encargados de llevar adelante la reedificación de la ciudad.
Una suerte de Junta de Reconstrucción, de las que histórica y sucesivamente hemos sido informados. Los diputados de esta época colonial “han cedido” al dicho Capitán el predio que ahora está vendiendo.
Lo que no se dice es que ese dinero hay que invertir en la edificación, a sabiendas que don Lucas es el mayordomo de la construcción.
Lo que quiere decir también que es el administrador o ejecutor de la obra, por cuya razón le pagaron con el terreno por sus servicios, como se lee en los escritos analizados.
Los linderos del predio son: “Por una parte con Calle Real, en medio con solar y casas de Josepha Gómez de Ayora. Por otra parte con casa y solar de Jacobo González de la Estrella. Por otra parte con casa y solar de Francisco Martínez de Medina, con sus entradas y salidas y libre de deuda… en precio de 20 pesos de a 8 reales”. (I)
El lodo llegó a Ambato en un cuarto de hora
El 20 de junio de 1698, un sinnúmero de deslaves y consecuentes flujos de lodo fue disparado de los flancos nororientales del volcán Carihuairazo por un sismo tectónico. Al descender los flancos, dejaron depósitos a lo largo de las quebradas de Chiquicahua, Pataló, Quichibí, Terremoto, Yacutoma, Quintuco, Catequilla y Olalla. En el valle del río Ambato arrasaron el primer asentamiento de esta ciudad (barrio de El Socavón), donde tuvieron calados de 45 metros de profundidad, anchuras de 400 m, un recorrido de al menos 54 km, y un volumen estimado de 84 a 87 millones de metros cúbicos. Muchos pueblos fueron afectados. Se reportaron varios miles de víctimas por causa del flujo y más de 6 mil por el terremoto. Reportes históricos indican que el flujo de lodo arribó a Ambato en “un cuarto de hora”, después del sismo, implicando velocidades muy rápidas. Los potentes suelos de los páramos andinos son sumamente propensos a formar deslaves, si estánsaturados por agua. Esto pone en peligro todo lo que se encuentre aguas abajo a lo largo de los valles y quebradas. No solo los sismos representan un factor desencadenante para formar este tipo de flujos, sino también las lluvias prolongadas, la actividad volcánica, los deslizamientos, las avalanchas, así como las altas presiones de agua en los poros de los suelos, además de factores antrópicos. El terremoto tuvo una escala de intensidad X. (I)