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La geografía difícil de los páramos agotó a LOS MIEMBROS DE esta expedición, pero llegaron
Pedro de Alvarado también sembró terror en Passa y Quisapincha
Mamakuna, taitakuna, churikuna, huambrakuna, señoras y señores, niños y jóvenes.
Quién sabe necesitemos un poquito de silencio porque están llegando por el filo de Illagua o por los caminos que bajan del Cashaguala ashta wiwakuna (caballos) con gente milmasapa (mentirosa) que sabe matar con illapa (truenos), no como nosotros con waraca (lanza piedras).
Ellos, montados en caballo, primero vienen matando con sus armas; y después, hasta ahora siguen matando con sus palabras nuestra lengua y nuestra historia.
Ellos, los que ahora vienen de todas partes, de otros mares, de otros mundos, de otros pueblos, según ahora nos vamos dando cuenta, nos han robado el oro, las tierras y sobre todo la memoria.
Ya no sabemos quiénes somos porque nos han hecho olvidar de dónde venimos. Algunos dicen que venimos del quimsa-pincha después de 3 días de viaje a las tierras del olvido. Otros dicen que quisha era el nido en el que nacieron nuestros abuelos por Quindialó, por Palama, por Llanganate de Quisapincha.
Algunos sabían que el agua caía de los deshielos del Cashahuala en chorritos que decían pincha por las laderas angas azules de Angamarquillo. La gente nuestra tenía sus chacras junto al río grande de Hambato donde nos iban mezquinado nuestros propios terrenos los señores que han sido peores que los terremotos.
Nosotros éramos los Ambayatas, Cachilbanas, Calhuasíes, Condesanes, Chumalicas, Illaguas, Puganzas y Putugleos que hablábamos otra lengua anterior al kichwa que trajeron los incas cuando conquistaron nuestra cordillera.
Sin lengua propia que se va perdiendo y sin historia ¿quiénes somos? Sin el poncho rojo como la chuquiragua, ¿podremos ser gente del páramo de las rebeldías?
Desde esos días de agosto de 1534 en que, junto a Pedro de Alvarado, llegaron hombres y mujeres de las Españas con los indios acarreados desde Guatemala, poco a poco fuimos perdiendo la memoria.
¿Quiénes de nosotros saldrían a encontrarse con Pedro de Alvarado? ¿Saldrían en son de paz o pondrían resistencia? ¿Cómo sería la noticia de ese día en que llegaron los españoles por estas cordilleras? Se sabe que había puentes colgantes que conectaban los caminos de nuestras lomas y que se cortarían para que no pasen los caballos.
¿Por qué no fueron atacados al paso por las profundas quebradas? ¿Se aliarían con los españoles para vengarse de los incas conquistadores? Esta es una de las hipótesis que merecen mayor reflexión, puesto que no solo pasó en México, sino en todo el incario.
Los españoles lograron un triunfo avasallador porque aprovecharon el resentimiento que guardaban los pueblos nativos contra las panacas incas que manipulaban el poder, sometiendo, en este caso, a los quitu-pantsaleos que eran pueblos libres y con otra identidad.
Esto lo hicieron los cañaris que se juntaron a los conquistadores. ¿Les contentarían a nuestros jefes con espejitos y con cascabeles? ¿Cambiarían alguna olla de oro por otra de fierro o por una pailita de cobre? La llegada de los españoles a estas tierras fue ya sabida con anterioridad en Quisapincha. Sabían que gente extraña venía por el mar en pos de riquezas, haciendo saqueos, robos, fechorías y engaños.
En vez de andar lidiando con la gente mestiza que dice que De Alvarado primero llegó a Quisapincha, mientras otros dicen que primero llegó a Passa, nadie se pregunta quién mismo era este Pedro de Alvarado.
Qué extraño gusto esto de andar peleando por decir que los ladrones primero llegaron a Passa, mientras otros dicen que a Quisapincha.
Pobre gente, no saben que De Alvarado era el carnicero más perverso que cortó miles de cabezas a los indios de México y de Guatemala. ¿Por qué nadie cuenta lo que hizo en Quisapincha? Si aquí no hubo masacre es porque debieron haber hecho “alianza”. En una geografía difícil como la de los páramos con profundas quebradas y escarpadas, jamás hubieran podido llegar hasta la planicie donde hoy se asienta el poblado principal.
Ellos empezaron a gritar y nosotros aprendimos a obedecer y a silenciarnos; ellos, solo ellos dijeron que podían escribir historias, sus historias. Para eso trajeron a sus cronistas. ¿Tienen historia los pueblos vencidos? ¿Tendremos quién escriba nuestra historia?
¿Necesitaremos algún día que alguien nos cuente lo que fuimos? Solo los inteligentes y conscientes tienen la palabra hablada y escrita. A la gente le siguen diciendo que aprenda a oír y nada más. ¿Por qué no habrá quien diga nada a lo que escribió Cristóbal Colón en su Diario? Él dijo que había visto que los indios de América, lejos de donde él estaba en el Caribe, “allí había hombres de un solo ojo, y otros con hocicos de perros”.
¿Cuántas fantasías más sobre nosotros? Y con sus palabras empezaron las leyes, que también eran solo suyas contra los indios. Y sin temor empezaron los historiadores a decir que un perro vale por diez indios, que los caballos no hay que venderles a los indios porque eso trae mala suerte, y porque ellos nunca serán caballeros.
Pero no contaban con que en Quisapincha los indios se hicieron jinetes y hasta criaron caballos que les hurtaron a los españoles. Esto se sabe porque lo hizo el cacique Punina que con su gente y sus caballos fue obligado a bajar a defender Guayaquil de los piratas.
¿Quiénes nos ayudarán a seguir descubriendo estas historias secretas que guardan los archivos? (O)
Expedicionarios contaron con un camino trazado
Quisapincha y Passa estaban comunicados por caminos que bajaban por el Casahuala y por Angamarca a la Costa, hacia Babahoyo y Guayaquil. Dice la investigadora Yolanda Navas: “Esta ruta debió ser la seguida por los conquistadores españoles, bajo el mando de Peña, 100 soldados llegaron a Angamarca, de donde regresaron al punto de partida, Guayaquil; también Contero siguió por el río Babahoyo, para llegar finalmente a las tierras calientes de Angamarca en 1568”.
Debo puntualizar que en este mismo texto y como se va explicando, los expedicionarios de Pedro de Alvarado, tuvieron el camino para llegar a los sitios tungurahuenses de Pasa y Quisapincha”. Antes de que nos pongan linderos éramos gente hermana y vivíamos así desde Ambatillo hasta Pasa. Ambatillo es un diminutivo hispanizado de Jambato, por lo tanto es una redenominación tardía.
El investigador Alfredo Costales involucra a este designativo a los pueblos de Apaguas, Palamas y Angamarquillos, que para mi entender formaron el gran núcleo de Quisapincha. La zona de Passa dice que tiene los siguientes componentes, que igualmente, se refieren a los habitantes de esos sectores, a saber: Cashcamunchos, Chinijuanes, Culacuchos, Cuticutis, Longojilpiquiles, Llullalós, Llillaguas, Mogatos, Pillipatags, Pucamunchos, Sigüitags, Tilibíes, Huilaloes. Éramos un pueblo que sabía de la quinua y del maíz, de papas, ocas, mashuas, millocos…