Conocido como ‘El valle de la eterna primavera’, Patate celebró su fiesta mayor el fin de semana con la presencia de turistas del país y decenas de patateños que retornaron del exterior solo por esta celebración.

Desfiles, procesiones, misas campales, festivales artísticos y musicales y carros alegóricos se organizaron para homenajear a su patrón: el Señor del Terremoto, una efigie que fue hallada después del terremoto de 1797.

Uno de los eventos más llamativos fue el denominado Pase de Flores que se celebró el sábado con  música de bandas populares, comparsas  de las barriadas y danzas andinas.

El párroco Mario Saravia recuerda que el 4 de febrero de 1797 ocurrió no de los terremotos más fuertes y destructivos de América Latina.

“Destruyó, por lo menos, el 70% de lo que fue el caserío de Patate y también afectó a Pelileo, Ambato, Píllaro, Baños, Puyo y Riobamba. Se sabe que durante la remoción de los escombros, en el sector El Obraje, un pastor de cabras encontró un cofre que contenía la imagen del Señor de la Pasión, de orígen español. Por la tragedia se lo denominó como Señor del Terremoto”, dijo Saravia.

Los 6.720 habitantes demostraron lo mejor de su pueblo en el Desfile de la Integración.Hoy, esta fiesta fusiona lo sacro con lo cultural ancestral y la excelente producción agrícola que se disfruta con la mandarina, babaco, mora, aguacates, melones, etc.  

Sus 6.720 habitantes demostraron lo mejor de su pueblo durante el Desfile de la Integración y Diversidad Cultural. Participaron 70 delegaciones y carros alegóricos de las parroquias Sucre, Los Andes, El Triunfo, La Esperanza, Centro e instituciones educativas y empresas.

Juan José Erazo, diseñador de la comparsa 15, explicó que los carros alegóricos fueron elaborados en dos meses con la participación de 10 a 30 personas para el moldeado, forrado, pintado y el proceso de acabados.

Las figuras, de 10 metros de alto, costaron alrededor de 3.000  dólares. “Después de tanto trabajo, el único pago es ver la expresión de alegría, asombro, regocijo y entusiasmo en los turistas, especialmente en los niños”, añadió Erazo.  

Yaruquí y El Quinche, poblaciones de Pichincha, participaron con carros alegóricos adornados con rosas, claveles, nardos, botones y girasoles.

Las reinas obsequiaron a los expectadores, apostados a los dos costados de la avenida Ambato, cientos de babacos, mandarinas, claudias, aguacates, limones y peras.

Estas fiestas, según Sandro Frías, presidente del Comité de Desarrollo Humano y Social Señor del Terremoto, se financian con las donaciones de los residentes en el exterior, fieles locales, los priostes y el Municipio local. La coordinación y organización están a cargo del Comité de Iglesia, formado por 12 devotos que desde octubre convocan a las delegaciones y organizan los desfiles, conciertos y peregrinaciones.

Con respecto a esto último, las romerías con la imagen se realizan en todo el cantón. La participación es multitudinaria, con no menos de 2.000 creyentes. Este acto de fe se realiza con una copia de la efigie desde hace 20 años, pues la original está muy desgastada y permanece en el altar mayor de la basílica.

DATOS

Uno de patateños que viajó del exterior fue Casimiro Benítez, que vive en Bélgica desde 1999. “Viajamos cada año con mi esposa y mis dos hijos. Gastamos 4.000 euros, pero es nuestra fe”.

La escultura del Señor del Terremoto es de madera hábilmente tallada al tamaño natural de una persona adulta, que representa un rey coronado de espinas.

Está sentado en un trono, con un centro de caña. Su rostro tiene una expresión casi humano que inspira ternura, amor y paz. Sus ojos tienen una suerte de brillo vital que también infunde respeto y veneración. Esta talla fue hallada en el cantón Patate luego del remezón de 1797.

Fotos: Roberto Chavez |  El Telégrafo