Su época dorada fueron los años 70 en Guayaquil
Música nacional perdió a uno de los grandes acordeonistas
Carlos Regalado, considerado uno de los más grandes pianistas y acordeonistas de Ambato y de la Sierra central, murió la mañana del jueves 19 de enero a los 75 años. El jueves 11 de agosto de 2016 concedió a EL TELÉGRAFO la que sería la última entrevista a un diario.
Lo hizo en su hogar y rodeado del cariño de los suyos. En la sala de su casa, situada en la ciudadela Tres Juanes al nororiente de Ambato, volvió a recordar sus inicios y mostró los instrumentos musicales que le abrieron las puertas para grabar con los grandes del pentagrama nacional de todos los tiempos.
“Hace un año y 2 meses le detectaron un cáncer en el estómago. A pesar de los tratamientos y el cuidado fue desahuciado. Enfrentó sus últimos meses haciendo lo que más amaba e hizo algunas grabaciones. Sus restos mortales reposarán en el campo santo Parque de los Recuerdos”, explicó su yerno, Ciro Ramos.
Serafín Regalado, su abuelo que era maestro de capilla, sentó las bases del arte musical de este virtuoso del acordeón y del piano. A los 6 años caminaba de su mano mientras asistía muy temprano a la iglesia de los padres Josefinos. A temprana edad sintió que la vocación por la vida religiosa se instalaba en su espíritu, pero desistió de esa idea en su adolescencia cuando practicaba la mecánica para ganarse la vida.
Se pulió en el conservatorio de Guayaquil con la guía del sacerdote josefino José Tinajero. Aprendió a tocar música sacra para compensar las clases gratuitas que recibía de su formador. Estas melodías moldearon su personalidad taciturna.
“No es un hombre bravo. Es serio, exigente y muy responsable”, comentó hace 5 meses su esposa y compañera de toda la vida, Blanca López, de 74 años.
Regalado grabó con el ruiseñor de América, Julio Jaramillo. También con Olimpo Cárdenas, los hermanos Miño Naranjo, las Mendoza Suasti, hermanos Villamar, Roberto Calero, Máximo León, Gonzalo Benítez, Claudio Vallejo (28 LP), Segundo Rosero, Juanita Burbano, Teresita Andrade y muchos más.
Su más preciado tesoro, que exhibía en el estudio de grabación de su casa, era un acordeón marca Acme que llevó consigo por más de 45 años. Lo compró en 5 mil sucres y se volvió el entrañable compañero de sus presentaciones en vivo y en los cuartos de grabación en Ambato, Quito, Guayaquil y otras ciudades en las décadas de los años setenta y ochenta.
“Me gustaría que mi hijo o mi nieta continuaran con mi legado musical”, dijo Regalado. (I)