Han pasado 12 años desde que Juan Manuel Chasiquisa abadonó los pajonales de su natal Zumbahua, en Cotopaxi.

“Ya no había qué comer y con mi esposa, María Josefina Guamangate, migramos a Latacunga con nuestros nueve hijos. Más tarde la vida nos dio tres más”.

Ella no ha dejado de añorar su terruno que a pesar de ser pobre, era su hogar. Ahora viven bajo el ruido y el estrés de la ciudad que a fuerza de recorrer las calles aprendieron a hablar en español.

Se radicaron en el barrio San Felipe porque hallaron trabajo en una de las 70 fábricas de bloques que hay en el sector. Aprendió de este oficio a los 44 años. Hoy tiene 56 y todavía trabaja en esto. Su jornada empieza a las 02:00.

Las huellas de esta labor sacrificada se pueden ver en las cicatrices de sus manos. Sus ingreso mensuales no superan los $ 240 con los que se da modos para criar a sus siete hijos, pues los otros cinco se casaron. El más pequeño, de dos años, se llama Álex. Se mueve en una pequeña pieza prestada por los dueños de la fábrica, allí junto, donde se acomoda esta familia de 11 integrantes. El frío de la mañana es intenso y el Sol del mediodía sofocante.

“No hay más. Esta es la pobreza en la que vivimos”, comenta resignada a su vida de privaciones María Josefina. Ella no pudo conseguir trabajo, pues la discriminaban por su condición de indígena migrante y por su numerosa prole.

Ahora las esperanzas de la pareja se concentran en sus hijos. Con mucho esfuerzo han logrado que asistan a la escuela y al colegio.

Aunque para lograrlo deban sacrificar el alimento diario, en varias ocasiones el desayuno de la familia consiste en una tasa de agua de panela y eso es todo.

La familia Chasiquisa Guamangate es el reflejo de las cientos de grupos que en los últimos 10 años han migrado del sector rural al urbano en busca de días mejores. No todos lo logran, pues muchas veces se encuentran con una realidad aún más dura que la que dejaron.

Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), en 1950 la población urbana del país representó el 28,5% del total.

Mientras que el 2010, revela que la población de las ciudades se incrementó en 34 puntos porcentuales. Es decir, ahora el 62,8% de los habitantes se concentra en las urbes.