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Luis Freire impulsa una revolución en Latacunga

Luis Freire impulsa una revolución en Latacunga
08 de diciembre de 2013 - 00:00

Se sabe de memoria la vida del escritor argentino Jorge Luis Borges y lo cita continuamente para volver interesante una plática cotidiana. Una de sus frases favoritas es: “Cuando uno escribe y nadie lee, el libro no está escrito”. De este modo, Luis Freire o ‘Lalo’, como le dicen coloquialmente sus amigos, se refiere casi con pesar al bajo nivel de lectura que hay en el Ecuador.

Es un escritor latacungueño que a sus 50 años logró editar un libro que tuvo éxito y que lo ha obligado a preparar la edición del segundo.

El texto fue titulado Alza la pata Curiquingue y otras memorias de Latacunga y fue presentado al público regional y nacional el 29 de junio de 2013, en la Casa de la Cultura Núcleo de Cotopaxi.

Es una recopilación de otros relatos suyos como Cine Rex Vermouth, La retreta, Las cantinas, La kermesse, Doña Hermelinda linda, El Charro de Río Grande, El Curco Silva y Otras memorias de lata. Sus lectores consideran a las 16 narraciones emotivas y sencillas como lo es su propia existencia.

El que más gusta es El Gabán del paraíso. Es un relato corto que muestra a un individuo, que en el ocaso de su vida, descubre la esperanza de vivir en la piel de las trabajadoras sexuales.

Al regresar de Nicaragua entendió que no necesitaba de títulos para volverse un revolucionario

Sus escritos describen con un lenguaje coloquial y familiar la ciudad antigua, romántica y amistosa en la que todos se conocían, se saludaban y se tendían la mano. Esa Latacunga de antaño, que acogía a los personajes más vistosos y coloridos en su trajín por las estrechas calles y casas coloniales.

Ahora, Freire trabaja en la segunda edición del libro que planea publicar a mediados de 2014.

Desde niño se destacó de sus 11 hermanos por ser un “guagua” revoltoso y malcriado.

Cuando sus padres murieron, Freire experimentó realmente la soledad y el rechazo, pues nadie quería hacerse cargo del pequeño ‘Lalo’. Fue entonces que de la mano de su hermano mayor Hugo, y de la revista Kaliman, su primer encuentro con la lectura, se inmiscuyó en el mundo de las letras, que hasta hoy constituyen su refugio.

Karl Marx, Friedrich Engels e Immanuel Kant son los autores más recurrentes que recuerda, pues ellos le ayudaron a formar su carácter enérgico y su apoteósica rebeldía. Benedetti y Allende, en cambio, le permitieron descubrir el existencialismo, el romanticismo y las vivencias del ser en sus diversas mutaciones sociales.

Hugo Freire tiene 3 adjetivos que, según él, le hacen justicia a la personalidad de su hermano Luis. “Fue, es y será un rebelde, revolucionario solidario y desorganizado que marca su propio estilo y no oculta su realidad, porque se siente orgulloso de su origen humilde y de no firmar con un apellido rimbombante”.

Durante su juventud, ‘Lalo’ conoció el mundo desde todos los ángulos posibles. Estudió sociología, pero no se graduó, pues se marchó a Nicaragua para volverse un revolucionario y comprendió que para eso, no necesitaba de títulos convencionales y regresó a su tierra.

De hecho, en su librería El Volcán, situada en los alrededores de la plazoleta La Merced, no le faltan las visitas de jóvenes que buscan el consejo académico de “este egresado de la universidad de la vida” que le encanta analizar los procesos coyunturales sociales y políticos.

“Lalito es un loco, que se las juega por lo que quiere, por lo que ama y lo que le parece correcto”, refiere entre risas Paulina Balseca, una de sus mejores amigas.

Freire trabaja ahora en la edición de un segundo libro que planea publicar en 2014

A la periodista le impactó y encantó el cuento de ‘El Cine Rex, Vermouth’, porque conoció que Latacunga, años atrás, contó con un cine al que religiosamente visitaban los grandes y chicos, después de escuchar la misa de los domingos.

Y todavía se siente un insurrecto y su objetivo es hallar jóvenes latacungueños dispuestos a emprender una revolución de ideas a través de los libros, pues está absolutamente convencido de que la vida puede entenderse en lo escrito.

Lalo recuerda a su entrañable colegio Vicente León, donde se formó como una persona autosuficiente que aprendió a hallarle ventajas a las adversidades. Cuando fue un adolescente contaba apenas con 3 pantalones en su armario, pero eso no lo desanimaba. Al contrario, comentaba con sus amigos que “tenía menos ropa para lavar” y más tiempo para aprovechar en lo que realmente le importaba.

A los 18 años se marchó a Quito para aprender de otras realidades y de sus personajes más representativos. Conoció entonces a Carlos Michelena y fue testigo privilegiado de los inicios del artista en el céntrico y tradicional parque El Ejido.

Víctor Freire es un veinteañero que admira y agradece a Luis por haberlo encaminado en la lectura a través de una obra de Gabriel García Márquez, pero que no termina de comprender por qué el escritor se refugia en la soledad.

Para esa pregunta, Luis tiene una respuesta contundente: “Cada quien elige cómo vivir”.

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