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En el mar halló su destino

Los vericuetos del ex presidente José Luis Tamayo

El mar le arrebató a su padre Manuel Tamayo, un pillareño que por su madre heredó el apellido Roca. Pero también le devolvió la posibilidad de estudiar en el colegio guayaquileño San Vicente del Guayas.
El mar le arrebató a su padre Manuel Tamayo, un pillareño que por su madre heredó el apellido Roca. Pero también le devolvió la posibilidad de estudiar en el colegio guayaquileño San Vicente del Guayas.
23 de marzo de 2014 - 00:00 - Pedro Reino Garcés, historiador/cronista oficial de Ambato

Cuentan que don Uladislao era tan fervoroso católico como polígamo. Entraba a una iglesia en Esmeraldas o Manabí, se arrodillaba, hablaba de amor y salía con una virgen a fundar hogares llenos de hijos.

En su santuario principal en Esmeraldas, doña Delfina Torres le dio 13 hijos. Cuenta don Julio Estupiñán en una Monografía Integral de Esmeraldas que, don Uladislao, integró con sus haciendas compradas y heredadas de su cónyuge, “un conjunto de casi 100 kilómetros de largo” donde se sembraba cacao y café y se les permitía a las vacas vivir en plena promiscuidad.

Sus haciendas tenían los nombres de Timbres, Tatica, Tabule, Mutile, Guabal, La Clemencia, Tachina, Pampilar, San José, La Propicia, La Victoria. Suyos eran los ríos Teaono, Viche, Esmeraldas y muchos más. Cuentan que don Uladislao Concha iba por los puertos de Guayaquil, Manta o Esmeraldas con sus cargamentos de cacao, reconociéndose como primer exportador, sobre todo a México.

En 1869, Tamayo salvó de ahogarse a su padrino y así logró estudiar en un colegio de Guayaquil.

Cuentan, así mismo, que para 1913, su fortuna llegaba a unos 4 millones de dólares, 30.000 reses y 18 haciendas y casas en ciudades importantes. Una noche, doña Delfina Torres de la Carrera se puso a desabotonar las letras de la bragueta del pantalón de su marido, a orillas del mar. Él estaba amigable haciéndole piruetas para que ella le nadara con su nombre resbaloso de Delfina viuda de don José Vargas.

De esa vez, les nació una niña que cuando volvió al mar como una nueva Concha, se hizo llamar Esther. Él le volvió a contar que era de Buga y que su padre había llegado a Guayaquil por 1843 tras de su tío cura, Fernando Racines, a refugiarse de persecuciones políticas.

Cuentan que Esther Concha Torres se casó en 1897 con José Luis Tamayo, después que doña Delfina le contó una historia comparando la orfandad de su medio hermano Luis Vargas Torres con la del esforzado José Luis que, según el destino, se desposaría con ella y con la Patria.

Sus hermanos Pedro, Carlos, José María y Clemente Concha Torres, murieron como mártires del liberalismo, invirtiendo y “perdiendo” su cuantiosa fortuna, comprando el barco Alajuela para ponerse a pelear por el poder.
Se entiende que ellos querían una república para administrarla a su manera. Por eso les canguileaban a bala a cualquiera que estuviera en el gobierno. ¿Qué razones profundas tendría Luis Vargas Torres para que se haya ido a presentar ante Alfaro, en Centroamérica, a decir que estaba a las órdenes para luchar contra Ignacio de Veintimilla?

Según sus palabras ¿sería porque “los liberales perdonaban, mientras que los conservadores asesinaban…?” ¿O sería porque Los países deben ser administrados como haciendas?

El yerno de don Uladislao

Desde cuándo se casó don Manuel Tamayo, que había nacido en Píllaro, y que por su madre heredó el apellido Roca, se fue a los acantilados de Chanduy, por los lados del mar. Se puso a raspar las piedras para enfardar esos como musgos o rumi-barbas como las que habían en el Culapachán.

Esto que los españoles llaman orchilla, ha sabido dar plata, comentaba en familia. Con la orchilla han sabido teñír paños, cueros y hasta piedras. Solo ésta ha sabido dar ese color púrpura que gustaba a la gente, desde tiempos del imperio romano. Y don Manuel se iba en sus barcos por el mar hasta el norte del Perú, a comerciar con los colores que los crepúsculos olvidaban en las piedras de Chanduy.

Esa vez por 1861, se despidió de su mujer doña Josefa Terán Martínez y de sus tiernos hijitos Dolores y José Luis Tamayo Terán que nacieron en las olas de ese mar y le dieron no más de cinco años de alegrías infantiles.

Su mujer le abrazó como abraza una roca a su aferrada orchilla. Su suegra, la maestra Jacinta Martínez, lo vio partir con los resplandores de la fiebre amarilla. Meses después, el mar trajo una carta con la noticia de su muerte.

En 1898 fue diputado por Esmeraldas y presidente del Senado. Fue Presidente en 1920.

Su esposa le había prometido estar juntos en la vida y en la muerte. Sufrió un infarto frente a la carta y dejó el silencio, como herencia, a los infantes que crecieron con su abuela.

Además, con ella aprendieron las primeras letras. Un día de 1869, el niño José Luis de 11 años, nadaba cuidando a su importante padrino de bautizo, don Luis de Tola y Avilés que se hizo obispo.

¡Cuidado padrino con el mar!, le dijo. Él le respondió: Auxíliame, auxíliame que me estoy ahogando…Le sacó como pudo y él le dijo: “Te vas conmigo a Guayaquil a estudiar en mi colegio que se llama San Vicente del Guayas. Te debo mi vida. Más tarde se hizo abogado, maestro y periodista”.

Cuando murió su padrino en 1887 le dijo el obispo: “Si hubiera tenido un hijo, no habría sido tan bueno y cariñoso conmigo como mi ahijado José Luis.”

Fue en un bautizo en Guayaquil cuando conoció a Esther Concha. Cuando doña Delfina Torres, la mujer del poderoso don Uladislao creyó oportuno que el abogado y periodista José Luis Tamayo, de 39 años, se vinculara a su familia, le dijo que estaba lista a su hija Esther, para que fuera su mujer.

Se casaron en 1897 y en medio de tan importante familia, un año después, ya fue diputado por Esmeraldas y presidente del Senado.

Haciéndose cuñado de Luis Vargas Torres y de Carlos Concha Torres, en su hogar nacieron 6 hijos. Tamayo al principio fue alfarista. Hasta combatió en Gatazo. Dicen que Alfaro le dio el grado de coronel, pero que Tamayo rechazó.

Distanciado así, pasó a la oposición. Decidieron que José Luis Tamayo debía ser el Presidente del Ecuador en 1916, pero se prefirió a Baquerizo Moreno, por el parentesco con Leonidas Plaza.

Recuérdese que “En 1901 la familia Baquerizo Moreno pactó con el placismo a través del matrimonio de Alfredo Baquerizo Roca (hijo mayor de Alfredo Baquerizo Moreno) con Dolores Valenzuela Plaza”. A José Luis Tamayo se le ofreció dejarlo de sucesor a partir de 1920 a 1924, cosa que se cumplió.

El 7 de junio de 1924 muere su esposa y él termina su mando presidencial, el 31 de agosto. Cada vez que miraba el río Guayas, más de mil cruces flotaban sobre el agua. Él se da cuenta que el río ha cambiado de nombre desde el 15 de noviembre de 1922. Se llama Remordimiento.

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