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El trabajo que mereció un gran reconocimiento en Nicaragua en honor de la mujer en latinoamérica
Los poemas de Cenizologías y Rescoldos (Infografía)
América también tiene nombre de mujer. La tierra y ‘las’ continentes son hembras porque contienen y sostienen la vida. Las mujeres que enfrentaron a los conquistadores son mujeres poéticas, son hembras pendulares que tuvieron que balancearse entre la resistencia y la atracción a esos imanes que generaron los mestizajes y los mulatajes.
Rendimos nuestro afecto sustentándonos en la poesía para contar sus historias controvertidas.
Partimos de los amores de la Reina de Castilla, pasamos por la Malinche, por Anacaona y llegamos a doña Casilda de Quisapincha.
Hay muchas cosas que —sabemos— fueron protagonizadas por ellas que a veces están silenciosas, pero que más que nada, han sido silenciadas.
Bajo el título de Cenizologías y Rescoldos, estos poemas merecieron, eso que en los concursos llaman Mención de Honor, en Nicaragua, cuando se pusieron a recordar a Rubén Darío.
Subo con mis ojos antiguos al monte de Saguatoa y me siento a ver lloviznar el sufrimiento de las mujeres por estos valles y estas lomas.
Van y vienen indias, mestizas, mulatas, negras, patronas, mujeres galanas; señoritas y señoras. Veo en Píllaro y en Pelileo que están desde la víspera las recatonas que ahora se llaman revendonas.
Ellas saben menudear el paisaje para que alcance a todos. Vuelvo mis pupilas a los valles del Patate en donde están las negras y las mulatas limpiando la sangre de sus negros exauriculados: las espadas de los verdugos desgajan las orejas como hojas de la mala hierba.
En silencio volverán a sembrar orejas para que los zapallos que siembran los indios aprendan a oír silbar al viento. Y a pesar del dolor nacerán hijos zambaigos. Con el tiempo le has de llegar a querer, oigo que acaba de decirle el papá a su hija que entra a la iglesia de Hambato para casarse con un caballero que desconoce.
Ella sabe que como mujer de la aristocracia está hecha de la misma carne que las negras y las indias. Todo este barro se entremezcla ahora en nuestra sangre. No es cosa solamente de hombres ni de mujeres. El amor a la libertad, a la dignidad y al respeto es un principio que debe primar en el género humano.