Los caciques de Guaranda sí estuvieron en Pasa en 1761
Si los ‘guarandeños’ hubieran sido puruháes, como afirman algunos historiadores, para que se enlazaran en matrimonio con la gente de Tungurahua habrían tenido 2 opciones lingüísticas.
Una, que hablaran la misma lengua que en ‘Hambato’, que era diferente del Puruhá, o que fuesen bilingües de parte y parte, puesto que hay que pensar en un simple detalle, ¿cómo puede funcionar un matrimonio en el que el marido hablara diferente a la esposa?
Los vínculos entre Tungurahua y Bolívar, con sus vías al Litoral, han sido únicos y ancestrales, y se corresponden con el refuerzo histórico, como se aprecia en el testamento de 1761 de doña Gregoria Cando Casagsa y que se conserva en el Archivo Nacional.
Las vías y la necesidad de comercio generan los bilingüismos, a más de las conquistas. Doña Gregoria era “natural del pueblo de Guaranda, jurisdicción de la provincia de Chimbo, hija legítima de Carlos Cando y de Francisca Casagsa, caciques gobernadores que fueron de dicho pueblo…”.
Doña Gregoria declara que se casó con Esteban Carlos Amanta que fue “cacique gobernador del pueblo de los vagamundos Corona Real de dicho pueblo de Pasa”.
Es decir, se casó con el jefe de un grupo de indios que se asentaron en Pasa, que no fueron los nativos, sino que estaban reimplantados y vinculados a la Corona Real ya bajo control español.
Estos reimplantados debieron pertenecer a las panacas que dispersó el incario por los territorios conquistados del Tahuantinsuyo, y que en la época colonial temprana, eran de la Corona Real.
Queda también la hipótesis de que pudieron ser reimplantados como jefes dinásticos movidos por los castellanos que se acomodaron al sistema político. Un aspecto curioso en este documento y que lo he deducido con varias relecturas, es que el notario fija como apellido la palabra Carlos, que en otros casos es primer nombre.
El lector notará los datos que señalo ya con esta orientación. Este matrimonio, dice: “Procreamos…a Don Tomás Carlos Amanta que se ausentó de 12 años y que no se sabe dónde para, y cinco más que nacieron, murieron en menor edad…y Doña Andrea Carlos Amanta se casó con Don Manuel Chimborazo, cacique del citado pueblo de Guaranda.
Y se murieron sin dejar sucesión alguna, por lo que mi hija, la dicha doña Andrea, me dejó por su heredera de sus bienes y el cacicazgo citado de la Corona Real”.
Después de la muerte de su marido “fui casada en segundas nupcias con Don Bacilio Zumba, cacique de Guaranda”, con quien no tuvieron hijo alguno. Sin embargo de tener dos matrimonios, Doña Gregoria aparece con un hijo natural que se llama “Miguel Cando quien vive en mi compañía asistiéndome…” ¿A qué etnia pertenece el apellido Zumba que tiene don Bacilio? Desde luego que no es un hombre puruhá de Chimborazo.
Doña Andrea Carlos Amanta murió dejando “unas tierras en Pasa” que heredó de su padre, y dice su madre: “Me las dejó por herencia junto con el cacicazgo”.
Este “citado retazo de tierras tiene lo que cabe 5 fanegas de cebada, y por arriba linda con tierras de Doña Isabel Amanta y 3 árboles de quisuar; por abajo con tierras de Isabel Asubanda. Por un lado con los herederos de Don Clemente Yunapanta; por otro lado con Doña Isabel Carlos Amanta.”. Comentaremos que la fanega, a más de ser medida de capacidad, fue medida agraria que en Castilla equivalía a 6.600 metros cuadrados.
Entonces estamos hablando de una herencia de 33 mil metros cuadrados y de una influencia castellana en la zona. Estas tierras deja a su hijo natural “ínterin que aparezca mi hijo Don Tomás Carlos Amanta…” y a quien, su madre, va a morir sin saber de él.
El testamento refleja el esquema castellano en la sucesión de los apellidos y en la estructura hereditaria. En la parte lingüística, la textura antroponímica oscila entre la lengua prequichua (Amanta, Casagsa, Cando, Asubanda, Zumba), y el quichua (Chimborazo, Yunapanta).
Su hijo natural Don Miguel recibe también una cuadra que le donó su media hermana, y como es él quien costeó 16 pesos “en las honras que mandó hacer el cura Don Tomás Figueroa por la dicha
Andrea Carlos Amanta, su hermana; y 15 pesos más por las deudas de Esteban Carlos Amanta.
En esta forma 5 pesos a la Damiana Thipanta, 5 pesos a Andrés Mabela; y otros 5 a Andrés Curipillo…”. Hay que decir que un hijo ‘natural’ era quien había nacido antes de matrimonio, sea por declaración del padre o de la madre por separado. Así las cosas, y por el apellido que se fija para el hijo natural: Cando, esta mujer habría tenido un hijo dinástico de algún hombre de importancia, puesto que la palabra “cando” es una metáfora que alude a las ramificaciones que ofrecen las vainas de los chochos que dependen de un tronco. Un cando es un tronco vinculante a los frutos sociales que están en las vainas.
La última voluntad de Doña Gregoria, ya cristianizada, es de que “mi cuerpo sea sepultado en la iglesia del pueblo de Pasa, y mi cura acompañe mi cadáver con Capa de Coro y Cruz Alta…y me diga misa cantada…”.
Esto lo testifican los señores Diego Pico, Fernando de Villacreses y Andrés Naranjo, en Hambato, un 15 de junio de 1761. Pedir un funeral en esas condiciones, no es de alguien sin importancia, sino de gente de jerarquía.
Debo también añadir mi comentario sobre la palabra ‘Pasa’ que en algunos textos coloniales tempranos se escribe con doble [ss] Passa. Esto evidencia una pronunciación rehilada y sonorizada de la [s] que en fonética se transcribe como una [s] de la palabra mi[z]mo que suena como el zumbido de una abeja o una mosca tras un vidrio [zzzzz…]
Semánticamente, así pronunciada la palabra Pazza o Passa tiene que ver con lo que hasta ahora se dice de las escoriaciones que brotan en la piel, que se vuelve áspera, sobre todo de la cara, que presentan los habitantes de los páramos.
El viento helado de las cercanías del nevado Chimborazo hacía passas a sus habitantes que quedaron con este estigma.