El comercio informal genera problemas en dos ciudades de la región centro. Se trata de Latacunga y Ambato, urbes donde los ‘ambulantes’, como suele llamarse a quienes expenden  en las calles, provocan caos vehicular, contaminación acústica y representan una competencia desleal para el expendio formal.

Según estimaciones municipales, en cada capital provincial existirían al menos mil personas que se dedican a la venta de comestibles, prendas de vestir, insumos agrícolas, utensilios de cocina y otras mercaderías, en el casco urbano.   

En Latacunga, 800 comerciantes de los mercados Cerrado y Centro Comercial Popular se han unido a los controles que la policía municipal realiza en El Salto, una de las zonas más comerciales de la urbe.

Gran parte de ellos aseguran que la presencia de los ‘ambulantes’ reduce sus ventas significativamente.

De lunes a domingo, las tardes en este sector se han convertido en la vitrina de los informales, que a decir del comisario municipal, Hugo Ávila, llegan principalmente de Chimborazo y Pichincha.  

El sábado pasado se produjeron roces entre ambas partes. Los ‘ambulantes’ defienden su derecho al trabajo, amparados en la Constitución de la República, mientras los que laboran en mercados amparan su actividad en el pago de impuestos y permisos.

“No es justo que solo un grupo tributemos para mejorar la red de plazas y centros de abastos y otros vendan sin obligación alguna”, señaló Bladimir N.

Los sitios preferidos por los informales son la avenida Amazonas, la calle Antonia Vela, Dos de Mayo, y Cinco de Junio; en esta última se concentran debajo del puente en las cercanías de La Terminal.

Algo similar ocurre en Ambato, en las calles Tomás Sevilla, Doce de Noviembre, Cuenca y García Moreno. Allí, personal de la dirección de Servicios Públicos del Cabildo y Policía Municipal, realizan patrullajes para evitar la improvisación de puestos ambulantes de venta de frutas, verduras, hortalizas, calzado y herramientas agrícolas. (I)