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Yachakuna guían a niños salasacas en las chacras

En la plaza Llakikama los adolescentes se forman para recibir de los adultos mayores los kamari.
En la plaza Llakikama los adolescentes se forman para recibir de los adultos mayores los kamari.
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Es un ritual tan antiguo que se pierde en la memoria histórica del pueblo Salasaca, en Tungurahua.

Como ya no ocurre en la sociedad mestiza contemporánea, en esta parroquia situada a 20 minutos de Ambato, los adultos mayores protagonizan una costumbre que les devuelve una parte de su valor como hombres sabios.

Ocurre cuando se celebra una de las 4 fiestas anuales consideradas las más importantes de los pueblos kichwas. Las fiestas andinas están relacionadas con el movimiento de la Tierra alrededor del Sol. Hay 2 equinoccios, el 21 de marzo y el 21 de septiembre, que es cuando se festejan el Pawkay Raymi y el Kuya Raymi, respectivamente.

También se producen 2 solsticios, el 21 de junio y el 21 de diciembre, que es cuando se efectúan el Inti Raymi y el Kapak Raymi. Esta última fiesta tiene mucha similitud con la Navidad. ¿Por qué?

“El Kapak Raymi es el tiempo de la germinación de las plantas, especialmente del maíz. Por eso agradecemos con mucho amor a los elementos y a la Pachamama. Los yachakuna (hombres sabios) y los adultos mayores encabezan ceremonias de gratitud y entrega de kamari (obsequios) a los chicos de entre 10 y 13 años, para que puedan continuar con  las siembras”, explicó Ángel Masaquiza, uno de los yachakuna de las 20 comunidades que conforman el pueblo Salasaca.

Los rituales

La ceremonia empezó en el centro de la plaza Llakikama que se utiliza para la promoción y venta de artesanías propias como bufandas, tapices, gorras, guantes, ponchos, sombreros, etc.

Dentro de un altar trazado en forma circular, cuyos bordes han sido demarcados con frutas, flores y pan, el yachak se rodeó con abuelos, niños y adultos. Luego se quitó el poncho negro y el sombrero blanco de ala ancha, y, con su vestimenta inmaculada, elevó sus oraciones al cielo soleado.

Agradeció a la Pachamama, a los  4 elementos (tierra, fuego, aire y agua) y a los volcanes y cerros sagrados como el Chimborazo, el Tungurahua y el Teligote. Dio gracias por el momento de germinación que permitirá obtener las cosechas para el nuevo año y asegurar el sustento para unos 20 mil salasacas.

Los participantes formaron un círculo fuera del altar, y meditaron, con la cabeza inclinada, las palabras de su guía y sanador.

Una bendición muy especial

Entre la multitud sobresalía una docena de hombres y mujeres que tenían el cabello encanecido, los rostros arrugados y la vestimenta tradicional descolorida, pero que infundían respeto y cariño en los presentes.

Muchos eran músicos, artesanos hábiles y agricultores diestros que, por esos méritos, se han ganado un puesto en la ceremonia.

Ellos se encargarían de realizar el primer corte de uñas a 2 recién nacidos, bendecir a los niños-adolescentes y entregarles los obsequios (kamari) a los muchachos que aguardaban nerviosos su participación. Los regalos consistían en azadones, sogas, hoces y palas. Es decir, instrumentos vitales para ejercer la agricultura que está considerada la principal fuente milenaria de alimento.

En fila, frente a los adultos mayores, los chicos recibieron la bendición y los regalos. Luego la banda de músicos con flautas, tambores y pingullos entonó melodías alegres con las que acompañaron al grupo hacia las chacras situadas a 3 cuadras de la plaza.

En ese lugar, los niños, guiados por los yachakuna, estrenaron sus herramientas de labranza. Desbrozaron la tierra con el azadón; cortaron los tallos con la hoz y agruparon la cosecha para cargarla sobre las espaldas con las sogas.

Fueron momentos de abrazos y de ternura, pues los niños, con sus rostros sorprendidos y a la vista cariñosa de sus madres, encaraban la realidad dura de las siembras. Con música llegaron a la chacra y de igual manera retornaron a la plaza para la pampamesa.

Esta comida comunitaria estuvo compuesta por sopa de arveja con carne de chancho desmenuzada a fuego de leña, papas con cuy asado, chicha de pondo, mote y frutas. Este ritual cargado de simbolismos ocurrió a un lado de la vía Pelileo- Baños.  (I)

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