Las lluvias se mantienen con intensidad alta en la región Sierra centro. Sin embargo, hay zonas donde los estragos son mayores. Es el caso del sector subtropical de Cotopaxi.

A 67 kilómetros de Latacunga, se ubica Sigchos. Allá la época invernal causó daños durante el último domingo de abril, cuando el desbordamiento del río Mallacoa provocó el desprendimiento del puente carrozable a 2 kilómetros del barrio Yaló. La Maná también está afectada por los torrenciales aguaceros.

Hasta 6 metros de altura llegó el agua con la inundación que produjo el desbordamiento del río Mallacoa sobre sembríos de maíz, fréjol, papas, cebolla y arveja.

Una cantidad aún no cuantificada de animales también murió. Galo Granja, agricultor del sector de Tiligüila, calculó sus pérdidas en $ 200.

El Cuerpo de Bomberos de la localidad coordinó con la Dirección del Ministerio de Agricultura, Ganadería Acuacultura y Pesca (Magap), para acordar la manera de ayudar a los perjudicados.  

Tagna, Guacusíg, Antinpe, Pulpaná, Amalliquín y Azache son las comunidades que están incomunicadas. La desesperación de los vecinos los llevó a colocar un rústico puente de resistencia dudosa. El riesgo es permanente.

Abigaíl Díaz, moradora de Yaló, explicó que coordinaron entre los padres de familia para improvisar un paso y que sus hijos puedan llegar a las instituciones educativas. Aunque reconoce que es peligroso, dice que no hay otra opción.

El azote del invierno en Sigchos sacó a relucir las deficiencias del alcantarillado. “No está en la capacidad para soportar el aumento de precipitaciones”, comentó Mario Andino, alcalde electo del cantón, quien adelantó que mantendrá reuniones con las autoridades del ramo para diseñar estrategias urgentes de prevención.

Al occidente de Sigchos está el cantón La Maná, cuyo clima subtropical se caracteriza por fuertes precipitaciones en esta época.

El sector más afectado es El Guango, localizado en el kilómetro 107 de la vía Latacunga–La Maná.
Durante el ensanchamiento de la carretera, la compañía Becerra Cuesta dinamitó las rocas del lugar para poderlas movilizar.

De ahí que el sector es vulnerable a los aludes cuando llueve. Desde que empezó el invierno, hubo deslizamientos de 1.800 metros cúbicos de piedras.

Miriam Zapata, directora de la Secretaría de Gestión de Riesgos, habló de la posibilidad de construir taludes alrededor de la parte afectada, para disminuir la posibilidad de que ocurran más desprendimientos.

Sin embargo, reconoció que no es tarea fácil realizar un reforzamiento de los declives, pues la humedad es permanente. Llueve en la mañana, madrugada, tarde y noche en estas poblaciones y los habitantes se guarecen en sus casas.