El pase de tarabita, cable grueso de metal sobre el cual se suspende una estructura metálica habilitada para transportar personas desde el extremo de una pendiente hasta otra, es una actividad indispensable en el itinerario de viaje de cualquier turista que acude a Baños.

A lo largo del río Pastaza, en su paso por el cantón a un costado de la vía Baños Puyo, existen varias empresas turísticas que ofrecen un paseo aéreo de 8 minutos, en el cual se puede apreciar la dimensión y caudal del afluente, la espesa vegetación que lo rodea, el vuelo pausado y elegante de aves nativas y las impresionantes caídas de agua de los alrededores.

Una de ellas está frente a la cascada de Agoyán. Por menos de $ 2 los aventureros pueden disfrutar de un encantador paseo aéreo.

Norberto Basantes, operario del lugar, explica que los clientes de este servicio provienen de naciones muy distantes.

“A lo largo del año atendemos a gente de todo el mundo. De enero a abril suelen venir turistas de Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay, pues en esa época ellos disfrutan de vacaciones. Los 3 meses siguientes llegan franceses, alemanes, españoles, italianos y norteamericanos, los cuales ya son expertos en viajes en tarabita”, dijo.

Él, al igual que otros trabajadores de estas empresas, hace las veces de guía turístico por senderos ecológicos visibles solo desde partes altas.

“Una vez en la tarabita los arriesgados extranjeros divisan paisajes encantadores desde arriba y se animan a realizar paseos por la selva, bosque húmedo y cuencas del río y otros sectores donde está permitida la visita de personas”, añade Basantes.

Otro importante grupo de turistas aficionados a los paseos en tarabita son los asiáticos, quienes suelen llegar a Baños entre agosto y octubre.

“Ellos son menos arriesgados y ‘bulliciosos’ que los turistas occidentales. Japoneses, coreanos, filipinos, chinos y taiwaneses suelen llegar en grupos familiares para conocer el volcán Tungurahua y Cotopaxi, el cual dicen tiene una similitud muy inquietante con el monte Fuji ubicado cerca de Tokio”, señala Francisco Coloma, guía turístico.

Los intrépidos turistas además disfrutan mucho al tomarse fotos en pleno ‘vuelo’. Pese a que las empresas a cargo de las tarabitas ofrecen la posibilidad de tomarse fotografías al inicio del paseo y al final, los turistas toman muchas fotos en medio trayecto.

De hecho es el momento más esperado por los intrépidos viajeros quienes se hacen selfies, solos o acompañados, justo en la mitad de la tarabita, donde la canasta detiene su marcha, pues desde allí se captan las caídas de agua, densa vegetación y el sobrevuelo de aves nativas. (I)