Vivencias en guaranda, ambato Y baños de agua santa quedan registradas
Las provincias andinas ecuatorianas desde la visión de un poeta chileno
El profesor universitario y escritor de la Universidad del Bío-Bío, situada en el sur de Chile, regresó a su patria cargado de recuerdos de su visita a Ecuador.
Se trata de Juan Gabriel Araya Grandón, académico de la lengua y reconocido intelectual en su medio y en los círculos culturales latinoamericanos. Resumo el itinerario de su viaje relatado para quienes se imaginan un Ecuador lleno de contrastes.
La bitácora del recorrido
Y escribe: “Al llegar a Quito, la primera conversación, mientras saboreo un rico jugo de babaco, gira entorno a la batalla de Pichincha. Ya en Ambato, después de un viaje de 2 horas y media, llegamos a la casa de los amigos Pedro Reino y Rosalba. Nos reciben en ella la fragancia de floripondios o borracheros y el colorido de las cucardas.
Desde allí nos dirigimos inmediatamente a Cevallos, 20 kilómetros al sur, para participar en una reunión con el cura párroco y vecinos, en la que hablaríamos sobre el proyecto oficial del Inventario de Patrimonio Cultural del Centro Andino que dirige Pedro.
Al otro día viajamos a Guaranda, la ciudad de las 7 colinas y a Chimbo, un pueblo colonial. Bordeamos el famoso volcán Chimborazo, nevado. Mirando su cumbre recordamos el escrito de Bolívar: ‘El delirio sobre el Chimborazo’. Llegamos al barrio La Magdalena, al Huayco y escuchamos su banda de músicos.
A la orilla del camino a Balsapamba admiramos guaduales y el puro puro, una flor hermosísima a punto de extinguirse. Llegamos al castillo del millonario Gloor para conocer un museo de su propiedad. Nos vamos a Caluma comiendo cacao tierno, papayas y bananos;, ya en el pueblo probamos empanadas de verde (plátanos) y cocadas.
Avistamos a orilla de camino chozas hechas con paja de toquilla. En Balsapamba, zona del subtrópico, compramos vino de naranja; sabroso y ‘recomponedor’.
Cruzamos el cantón de Chillanes, en la provincia de Bolívar. Se realizan los preparativos de Taita Carnaval y Mama Carnaval y nos servimos un aguado de sopa.
Leo en La Asunción lo siguiente: ‘Paraíso de los Andes. Primera potencia musical, en el Municipio del cantón de Chimbo’.
En lo alto de Ambato está Quisapincha, pueblo artesanal especializado en la manufactura del cuero. Compro un gorro, chaucheritas y una casaca de cuero. En el camino visitamos la Quinta de Mera. Juan León Mera es el autor de la novela romántica Cumandá.
Ahora vamos camino a Baños de Agua Santa, puerta de la Amazonía, para ofrecer la conferencia Literatura y Ecología, en la Casa de la Cultura, cuyo director es el gentil Pablo Balarezo Duque. En la cafetería frente a la Casa de la Cultura nos tomamos un ‘tinto’.
Allí hay un precioso bonsái de ciprés que queda en la retina. Nos llama la atención el nombre Dulce Carbón que luce en su fachada un restorán. Llegamos a Machai y bajamos, atravesando de una tupida selva a un abismo de 180 o más metros: calor húmedo, cansancio y pasos lentos, para admirar una chorrera, un salto de agua que cae 100 metros en forma majestuosa a una poza heladísima donde aventuramos bañarnos.
En el sendero de regreso admiramos un árbol –dicen- contra el hechizo llamado guarumo y una hermosa flor de nombre heliconia. Regresamos muy agotados y en un restorán de la superficie nos comemos una apetitosa trucha al vapor, pescada en el río Machai”.
Desde la Amazonía
Araya Grandón continúa así con su relato: “La capital de Pastaza es Puyo, en la región amazónica. Nos alojamos en La flor de canela, pero antes nos servimos en el bar el trago el embrujo de la selva.
Hubo truenos, relámpagos y varios cortes de luz; regresamos totalmente a oscuras a nuestras chozas, pasando por unos angostos e inquietantes puentes de cimbra.
La habitación estaba provista de mosquiteros. Cambio de cama y duermo en lo alto por mi pánico a las culebras. Al otro día bebemos jugo de caña y de granadilla. En el poblado Baños visitamos el Acuario y el Serpentario San Martín.
Viajamos hacia la Amazonía acompañados por la lora Patoja (+) que sabe, instruida por Pedro, 18 palabras y darle picotazos a los extraños, uno de ellos me dejó de recuerdo una cicatriz. Nos informamos que su ‘lorería’ de origen es el sector Santo Domingo, ubicado en la Costa ecuatoriana, en el mismo lugar donde están los famosos indios colorados.
En el camino de vuelta nos detenemos en los puestos artesanales de los indios salasacas, expertos en tejidos. Allí compro bufandas de alpaca. Ellos se singularizan por tener alarmas contra robos en los árboles. En la parroquia Picaihua nos tomamos una cerveza.
El sábado 14 de febrero de 2009, a través de radios locales escuchamos al presidente Rafael Correa dando cuenta desde Guayas. Critica duramente a Jorge Ortiz, periodista de televisión, al servicio de los petroleros y de los banqueros. Nos trasladamos a una concentración pública. Comemos melcocha y alfeñique. En una calle de Cevallos, en un acto de simpatía, el músico y vecino Manuel Martínez nos hace sonar maravillosamente la hoja de capulí obteniendo sonidos parecidos a los de un armonioso violín. Un poco más allá está la vereda de Andignato; por allí se paseó en bicicleta el presidente Correa y durmió en la hostería Pueblito Serrano.
Bebemos agua de coco y conversamos con Asdrúbal, capitán del ejército, con quien vamos a presenciar la corrida de toros de Andignato: en un ancho corral se suelta un toro y los jóvenes se lanzan al redondel provistos de un paño para hacerle verónicas.
La gente aplaude a los más diestros y los que ganan obtienen una colcha. Los que se animan a lidiar generalmente están bebidos. Admiro las flores: aretes o zarcillo, wicundos, hortensias, novios, mantos de María, geranios, ajenjos; frutas como los capulíes, claudias, uvillas, curubas o taxos; entre los pájaros abundan los copetones, los colibríes, los mirlos. Me recomiendan que escuche cuando tenga ganas de beber la música de Segundo Rosero y de Noé Morales, música rocolera (de Rocola o Wurlitzer).
Visitamos Píllaro, pueblo en el que se elaboran elocuentes máscaras de diablo. Es un poblado lleno de leyendas –nos cuenta Luz Arcos, la cuidadora del museo- entre ellas la del cura sin cabeza, la loca viuda, la caja ronca, el duende.
En Patate almorzamos, en El Naveda, una suculenta sopa de acelga, chicha con arepa, jugo de naranjilla. El patrono del poblado es el Señor del Terremoto, ¡horrible!
Comemos empanadas de morocho (maíz blanco), arepa (maíz amarillo revuelto con zapallo). Es la tierra de mandarinas y de babacos.
Dentro de la tradición están las arepas, la exquisita chicha de uva, la chicha de maíz con panela de caña.
El 18 de febrero vamos a Mocha, primer asentamiento de españoles por Ambato, un lugar muy frío; comemos papa con cuero de chancho y aguacate. Probamos el chocolate ambateño. El 22 vamos al Carnaval de Riobamba. ¡Gracias Ecuador! Han sido generosos como una viña del valle central de Chile.