Clementina Villarroel, de 65 años, recuerda cómo que se preparaban los alimentos en las cocinas a kérex, un derivado del petróleo muy utilizado hace 4 décadas.

Ella enfrentó después el cambio al gas doméstico.  Su esposo Gonzalo Asqui compró la cocina de 4 quemadores en 418 sucres, aunque cocía los alimentos con rapidez las ollas terminaban llenas de hollín.

El funcionamiento de este artefacto se basaba primero en calentar una botella de vidrio con alcohol, posteriormente la cocina se debía mantener en una temperatura adecuada para ser utilizada.

“Después nos dijeron que vendrían las cocinas a gas y nos daba miedo utilizarlas porque se escuchaba que si explotaban causarían terribles consecuencias”, señaló Asqui.

Adaptarse al cambio fue una dura experiencia para esta pareja de agricultores. Sin embargo, ahora se presenta una nueva forma de preparar los alimentos, mediante las cocinas a inducción. Al igual que el uso del gas, este artefacto causa expectativa en decenas de personas en Chimborazo.

“Tenemos la misma incertidumbre porque dicen que el recibo de la luz saldrá muy alto, pero creo que debemos esperar y ver qué pasa, como lo hicimos con las cocinas a gas”, mencionó Clementina. La socialización de este proyecto se desarrolla a escala nacional. Riobamba fue la ciudad número 14 en ser visitada por un equipo del Ministerio de Electricidad y Energía Renovable.

“Les demostramos que el temor es infundado. Viajamos por el país con cocinas de muestra. Nos acompañan  chefs y técnicos para una explicación clara”,  señaló Gerardo León, coordinador de la gira.

En Chimborazo 16 mil domicilios ya cuentan con el medidor de 220 voltios, los almacenes de la ciudad están provistos con diversos modelos en varios precios.