La ‘sultana de los Andes’ está considerada también como una buena plaza para la comercialización de automotores nuevos y de segunda mano en la región central.

El día más importante para esta actividad económica es el sábado y la exposición se organiza en la zona sur de la capital provincial.

Este centro de comercio informal ocupa 20 cuadras aproximadamente, en las que se exhiben unos 2.500 vehículos de varios tipos, años y marcas. 

Sin embargo, la compra-venta se efectúa en un espacio abierto, sin mayores controles y sin los servicios básicos necesarios.

En los últimos 2 años esta feria ha sido cambiada de lugar constantemente. Las causas principales son la continua interrupción del paso vehicular y los conflictos que enfrentaban los usuarios por la distancia que deben recorrer.

Primero se situó en Yaruquíes, en las afueras de Riobamba, posteriormente se trasladó a la avenida Canónigo Ramos (norte de la urbe) y en la actualidad funciona en la zona del Parque Industrial.
Las transacciones se hacen desde  la calle Bolívar Bonilla hasta la Pedro Bedón.

Los primeros en llegar son los revendedores y comerciantes que en su mayoría cuentan con sus propios patios de carros y que madrugan para ganar los sitios privilegiados y los mejores automóviles.
También hay personas de otras provincias como Pichincha, Cotopaxi, Tungurahua, Pastaza, Guayas, El Oro, Imbabura, etc.

Sebastián Suárez, a quien le tomó una hora y media llegar desde Guaranda, tenía la esperanza de encontrar un vehículo que estuviera acorde con sus necesidades.

“Lo más importante para mí es que sea una compra segura y un auto confiable, que no me dé sorpresas desagradables cuando vuelva a mi casa”, mencionó.

La variedad de vehículos, modelos y marcas convierten a la calle Bolívar Bonilla en un gran supermercado de vehículos. Entre tanta oferta, no es raro ver a compradores inseguros que quieren tener la información sobre los carros.

Para facilitar la adquisición y que el cliente se sienta seguro de su compra, la Asociación de Comerciantes de Vehículos, integrada por  200 socios, instaló una oficina por su cuenta.
En este sitio administrativo, los clientes pueden consultar a un costo de $ 2, si el vehículo que les interesa tiene multas pendientes, problemas con la ley, denuncias en criminalística y si los documentos oficiales están en regla.

Mario Llerena, visitante de la feria en busca de un vehículo familiar, cree que esa oficina es de gran ayuda para hacer una compra segura. “Todos tenemos la duda de saber si lo que pagamos cuenta con todos los documentos en regla, aquí se pueden despejar esas inquietudes y cerrar el negocio”, aseguró.

Sin embargo, estos datos únicamente certifican que los documentos del vehículo estén en orden, no que el auto cuente con un buen estado mecánico.

Santiago Z. compró hace un mes un Chevrolet Vitara modelo 2001 a un revendedor. Desembolsó unos
$ 10.500. Pero en los días posteriores descubrió que el motor estaba en malas condiciones. “El mecánico me dijo que el auto tenía un aceite más pesado para evitar que los compradores detectaran los problemas”, indicó el perjudicado.

Ahora está en la feria tratando de venderlo y recuperar su dinero. “Debería haber alguien que certifique los vehículos, para que los ciudadanos estén seguros”, dijo.