En las calles Belisario Quevedo y General Maldonado, en el centro de Latacunga, funciona el centenario edificio de la Unidad Educativa Vicente León. Es una de las edificaciones patrimoniales que gustan a los turistas locales y del exterior.

Fue construido mediante una donación del filántropo latacungueño Vicente León, quien, según la historia, amó tanto a su ciudad que quiso dejarle un regalo en el que la juventud se formara.

Esta institución fue creada durante el período presidencial del venezolano Juan José Flores, el 7 de mayo de 1840 y empezó a funcionar 2 años después. En 1980 se trasformó en Instituto Técnico Superior  y en 1996 fue ascendido a Instituto Tecnológico.

Hoy es una reliquia colonial urbana con un estilo sobrio y que se asemeja a la arquitectura de los conventos de finales del siglo XVIII. 

En su templete se guardan las cenizas del patrono del establecimiento y fue inaugurado el 24 de mayo de 1977, durante el rectorado de Oswaldo Rivera Villavicencio.

El color blanco  domina los interiores y exteriores de la centenaria construcción. Los colores símbolos del ‘Patrón Vicente’ son los de la provincia, el rojo, fuego y sangre, y en su bandera están la antorcha y la luz inextinguible.

El busto del filántropo recuerda la influencia que ejerció en los cotopaxenses. Esta provincia, antes de llamarse como tal, se denominaba  Provincia de León y fue creada el  6 de marzo de 1851 en ese entonces conformada por los cantones Latacunga y Ambato. En el contexto actual, los habitantes adoptaron el apelativo “de León” para identificar a la cabecera provincial de donde es originario Vicente León, a modo de homenaje. Por eso,  Latacunga será siempre la “ciudad de León”.

Convivencia en ambiente mixto

El colegio, que en mayo de 2015 cumplirá 173 años, desde hace 2 años y por ley se volvió mixto. Esto precipitó muchos cambios.

Así lo expresó José Espinosa, empreado de la institución desde hace 22 años. “Las costumbres cambiaron, así como la experiencia de vivir el ser vicentino. Cuando el colegio era solo de hombres existía el espacio para  sus locuras de adolescentes, ahora moderan un poco su conducta por la presencia de las damas”, comentó Espinosa.

Sobre el mismo tema, Fabián Ender, alumno del segundo de bachillerato, opinó que al principio la presencia de las chicas cambió el ambiente interno. “Hubo compañeros que se emocionaron e inmediatamente entablaron amistad, pero otros se sintieron visiblemente incómodos. Pero nos estamos acoplando. Hoy las chicas de mi curso son las más aplicadas. La relación entre los 2 géneros debe ser normal y con respeto”, aseguró.

Por su parte Gabriela Toaquiza, de tercero de bachillerato, dijo que  fue complicado ser parte de un curso en el que el 90% de alumnos eran hombres. “Las mujeres, poco a poco, nos ganamos un espacio”.

Gabriela siente que en algunas ocasiones hay machismo en sus compañeros, pero esto le ayudó a comprender que son patrones de una sociedad que no ha evolucionado totalmente y que los discursos de equidad a veces son letra muerta.

“Cada día se construyen nuevas experiencias, no son todos los compañeros, estamos en la lucha que es lo importante”, dijo la joven.