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Ecuador, 12 de Febrero de 2025
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El Telégrafo

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Este juego se originó en nápoles durante el siglo xvi

La tradición de los palos ensebados se mantiene en los eventos masivos

Los palos ensebados siempre despiertan alegría y desafío en los participantes. Los hay para niños y adultos. Se requieren brazos y piernas fuertes. Foto: José Miguel Castillo/El Telégrafo
Los palos ensebados siempre despiertan alegría y desafío en los participantes. Los hay para niños y adultos. Se requieren brazos y piernas fuertes. Foto: José Miguel Castillo/El Telégrafo
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El juego del palo ensebado es una tradición muy arraigada en los países latinoamericanos. Consiste en elevar verticalmente un palo, de una longitud variable, al que previamente se cubre con grasa animal o aceite para hacer más difícil el ascenso de los participantes.

En lo alto, pendiendo de un rectángulo se cuelgan los premios que pueden ser juguetes, dulces, dinero en efectivo u otras sorpresas.

Es una diversión popular que se efectúa en las ferias, eventos ancestrales e instituciones educativas.

Eso ocurrió, precisamente, durante la feria de la alegría que se organizó el domingo 31 de mayo en el Centro Educativo de la Sagrada Familia en Ambato. “En este juego disfruta tanto el que participa como el que observa. Es una mezcla de emociones intensas motivadas por la adrenalina. En este caso se erigieron 2 palos ensebados, uno para adultos y otro para niños.

Hay que tener brazos y piernas fuertes para sujetarse muy bien y avanzar”, explicó el hermano Daniel Zúñiga, rector del centro educativo ambateño.

Para evitar ensuciarse la ropa, en este caso se utilizó un pantalón y una camisa de color blanco. “Fue un evento para compartir en familia. Los padres con los hijos se apoyaban mutuamente para alcanzar los premios”, dijo sonriente Antonio Vaca, padre de familia.

Lo dice la historia

Durante los siglos XVI y XVII, en Nápoles, la ciudad más poblada del sur de Italia, había fiestas populares en las que, en medio de una plaza pública, se colocaba una pequeña montaña artificial que simbolizaba el volcán Vesubio.

De su cráter salían en ‘erupción’ salchichones y comida, queso y pastas. La gente acudía para comerse esos alimentos. Este juego se llamaba ‘cucaña’.

Con el tiempo, la montaña se cambió por un alto poste del que colgaban salchichones y aves. Cuando se convirtió en un palo derecho  y alto, se le untó jabón y grasa y se le llamó palo ensebado. (I)

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