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Ecuador, 25 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Ambos objetos se realizan de forma artesanal y se comercializan todos los días

La música y figuras de la Diablada salen de dos talleres de Píllaro

Gustavo Robalino es conocido en Píllaro y la región por su destreza para elaborar figuras y muñecos esotéricos de La Legión, una de las comparsas que desfilan durante la Diablada Pillareña, en enero.
Gustavo Robalino es conocido en Píllaro y la región por su destreza para elaborar figuras y muñecos esotéricos de La Legión, una de las comparsas que desfilan durante la Diablada Pillareña, en enero.
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Ambato.-

Formón, compás, cepillo, caladora, martillo, lija y regleta, entre otras herramientas, no pueden faltar en dos talleres artesanales de la parroquia San Miguelito del cantón Píllaro, en Tungurahua.

Los primos Rafael y Gustavo Robalino son los propietarios de estos locales donde, desde hace varios años, se manufacturan artículos de madera fundamentales para la fiesta mayor de la ciudad.

Se trata de la Diablada, principal festividad de Píllaro que se desarrolla entre el 1 y el 6 de enero, y que, a inicios de 2009, fue declarada Patrimonio Cultural Intangible del Ecuador.

El apellido Robalino es muy conocido en la localidad, pues varias generaciones de esta numerosa familia se han dedicado a la elaboración de artesanías, juguetes y más objetos de carpintería.

“Soy hijo de Filoteo Robalino, famoso ebanista pillareño que dedicó su vida a fabricar guitarras, requintos, charangos y toda suerte de instrumentos musicales de cuerda. Él es solo uno de sus muchos parientes que han destacado por su destreza en la carpintería”, señala Rafael.

A sus 49 años es el maestro principal de la Casa de la Guitarra, un establecimiento donde se fabrican estos melodiosos artefactos a la vez que se exhiben y comercializan todos los días.

Pese a ser capaz de entonar y ‘rasgar’ lo justo y necesario las cuerdas de una guitarra, se considera un apasionado de esta ‘caja de música’, pues en su familia hay reconocidos expositores de la música nacional.

La casa de la guitarra

De las cálidas y coloridas paredes de su antiguo taller, uno de los legados más valiosos de su padre, cuelga una nutrida selección de herramientas con las que corta, moldea, pinta y barniza a diario los instrumentos musicales con los que se entonan melodías durante la Diablada.

Entre ellos requintos, bandolines, charangos y arpas. Esta última es uno de los artefactos que más esfuerzo, dedicación y tiempo exige, y uno de los más costosos.

“De entre todas las obras que tenemos cada mes, el arpa es la ‘pieza maestra’. Dependiendo de las dimensiones, tipo de madera, acabados y color, el precio de este instrumento podría llegar a los $ 1.700, y el tiempo de elaboración varía entre 45 y 60 días”, agrega Rafael.

En cuanto a la manufactura de guitarras y requintos el artesano aseguró que los de primera calidad, es decir elaborados en palo de rosa, ébano, pino alemán y otras maderas importadas, están valorados entre $ 500 y $ 1.400.

No obstante en la Casa de la Guitarra es posible adquirir instrumentos desde $ 80. Rafael aprendió el oficio a los 15 años en el local de su padre, quien a su vez se inició en la ebanistería a la misma edad bajo la tutela de su progenitor. Hoy en día allí se elaboran 10 instrumentos al mes, los cuales son fabricados por Rafael y sus dos ayudantes, con aliso, cedro, ciprés y nogal.

El hogar del duende

Menor con tres años para su primo, Gustavo Robalino también destaca en Tungurahua por su excelente y colorida producción artesanal.

A diferencia del taller de Rafael en su establecimiento, denominado Gus Arte: La Casa del Duende, predominan las figuras esotéricas, como duendes, calaveras, brujas, la muerte y otros, en los que también se utilizan maderas.

“No obstante en la manufactura de estos pequeños muñecos además se ocupa troncos, raíces, porcelana fría, resina, yeso y pinturas acrílicas. La idea de elaborar estas figuras nace del desfile de La Legión, una de las comparsas de la Diablada Pillareña, en la que destacan personajes esotéricos”, asegura Gustavo.

Unas cuatro docenas de estas grotescas y a la vez llamativas creaciones se elaboran en este taller cada mes. En esta tarea intervienen la esposa y uno de sus tres hijos varones del artesano.

“De noviembre a enero dejamos de lado los personajes demoníacos y nos dedicamos a la restauración de efigies religiosas para las fiestas parroquiales del cantón”, asegura Gustavo. (I)

Cada mes, en el taller de Rafael Robalino se manufacturan 10 instrumentos musicales, entre ellos guitarras, charangos, requintos, bandolines y arpas. Foto: Roberto Chávez / EL TELÉGRAFO

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