Cerca de 100 panaderías, grandes y pequeñas sostienen la fama bien ganada del pan ambateño. Los tapados, reventados, bizcochos, molletes, empanadas, injertos, rosas y mestizos son parte de la variopinta oferta que se puede encontrar  en los sitios de venta.

Estos negocios están diseminados a lo largo de calles y avenidas principales y céntricas como la Cevallos, Juan Benigno Vela, 12 de Noviembre, Montalvo, Quito, Guayaquil, Mera, Martínez y Espejo, entre otras.

“Es imposible no tomarse un cafecito en leche con este pan calientito. Cada vez que vengo a visitar a mis familiares cumplo con esta tradición familiar desde hace más de 50 años”, explica María Hidalgo, una quiteña dedicada a comercio de calzado en el país.

La tradición de este producto se mantiene por su sabor. Esto a pesar de que no se han establecido los motivos.  Unos dicen que es por el uso de la manteca de chancho y el agua, otros dicen que se debe al amasado, los hornos de leña, el clima, en fin.

Lo cierto es que el pan es también un atractivo turístico que se visibiliza todos los días y con especial énfasis durante la Fiesta de la Fruta y de las Flores, el evento anual más importante de la capital tungurahuense. Para Fabricio Constante, representante de la panadería El Sabor, los turistas también prefieren las empanadas de yema e integrales, enrollados, pinllos y de maíz.

“Participamos 5 años en la feria del pan de la FFF, pero necesitamos más eventos para proyectar nuestro producto. Aquí están las raíces de la panificación nacional”, aseguró.

Pedro Fermín Cevallos, Óscar Efrén Reyes y Gerardo Nicola López en sus obras históricas aseguran que Ambato era conocida como “las tierras del pan” desde la Colonia por un pan alargado y salado que se denominaba hallulla.