Fue uno de los sitios más lujosos del país en 1927
La ciudadela Bellavista transitó de la opulencia a casi el olvido
Riobamba estaba en su apogeo en 1920. Su progreso en el aspecto urbanístico, económico, cultural y artístico era evidente.
La tranquilidad del ambiente, la producción de sus tierras y la prosperidad de las fábricas atraían a cientos de personas con el único objetivo de hacer de esta ciudad su lugar de residencia.
Las familias ricas vivían en calles anchas y bien delineadas Y uno de esos sitios elitistas fue la ciudadela Bellavista. Un proyecto de los hermanos Felipe e Isidoro Levy que quisieron crear un lugar que tuviera lujos y satisficiera las necesidades.
Fue la primera ciudadela con características exclusivas del Ecuador. Los Levy buscaron entonces extensos terrenos para su proyecto y hallaron la hacienda Bellavista.
Al ingreso de esta había un arco de hormigón con su nombre tallado en ella y pertenecía a un hombre llamado L.E. Game.
Según la escritura pública de la sociedad bancaria, que reposa en el archivo de la Casa de la Cultura de Chimborazo, la adquisición se realizó el 4 de febrero de 1926 por la suma de 100.00 sucres. Ese mismo año, los hermanos Levy lotizaron la hacienda, dieron nombre a las villas y asignaron letras a las manzanas. Uno de los primeros compradores fue un extranjero de apellido Ashton. Luego llegaron personas adineradas de Guayaquil que edificaron casas con techados inclinados y con un estilo nórdico.
También se establecieron allí alemanes. Sus residencias mantenían elegantes vestíbulos con escaleras que conectaban 15 cuartos. Cada uno con techumbres grandes, chimenea, áticos, amplios patios, jardines con flores y frutas. El libro Imagen, Palabra e Historia de Franklin Cepeda recrea algunos detalles: “tenían grifos ubicados en las esquinas con burbujeante agua potable, la mejor de la República. Se formaron 12 manzanas que contenían verdaderos palacios campestres y elegantes chalets que se vendían a familias acaudaladas”.
La urbanización contaba con la mejor infraestructura de ese entonces en el país con tuberías de cobre, iluminación exterior e instalaciones eléctricas subterráneas.
La ciudadela se construyó en el terreno de una hacienda agrícola y costó 100.000 sucres.Era tanta la elegancia de la ciudadela que en la revista Agro-Económica No. 6 de junio de 1927 se colocó un comentario en el álbum de autógrafos: “La ciudadela Bellavista es una prueba de cuanto puede hacer el capital en beneficio de la vida y la salud del hombre, la transformación de una hacienda vulgar en una preciosa ciudad, en donde resulta que es verdad el encanto de vivir”.
Sin embargo, el sueño no quedó allí. Según Bayardo Ulloa, historiador, el proyecto contemplaba la construcción de centros comerciales y un hipódromo. “Lamentablemente, la caída de la sociedad bancaria también llevó a la quiebra a los hermanos Levy, por lo que el sueño no se concretó”.
En la actualidad, el arco de Bellavista todavía está allí. Pero ahora se levantan casas con grandes ventanales y una edificación moderna. De los palacios quedan 10 que son parte del patrimonio y sus dueños hicieron pequeñas adecuaciones.