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Jóvenes expresan su amor por la ‘ciudad jardín’
En el corazón del Ecuador existe una pequeña ciudad en la que inspirarse para escribir versos de amor, ternura y poesías de encanto es muy fácil.
Las coloridas flores y nutritivos frutos que allí se cultivan, el pan que en ella se elabora y la amabilidad y simpatía de su gente, iluminan la pluma y adornan el léxico de quien con toda sinceridad desee escribir o expresarse verbalmente sobre ella.
Se trata de Ambato, la capital provincial de Tungurahua. Su nombre completo es San Juan Bautista de Ambato, y tiene varios motes.
Entre ellos están ‘Cuna de los Tres Juanes’, ‘Tierrita Linda’, ‘Fénix del Ecuador’, ‘Ciudad cosmopolita’, ‘Tierra Ternura’, ‘Jardín del Ecuador’ y ‘Ciudad de las Flores, Frutas y el Pan’.
Su posición geográfica es privilegiada. A diferencia de otras capitales provinciales como Cuenca, Latacunga y Riobamba, Ambato no es una ciudad plana, pues cuenta con 3 pisos geológicos en los que sus habitantes viven y trabajan día a día con mucha alegría y entusiasmo.
Esta es mi ciudad, la misma en la que nació Juan Montalvo, destacado escritor, analista y ensayista del siglo XVIII.
Él halló, sin ir muy lejos ni buscar afanosamente, la inspiración para sus libros de clara tendencia liberal y revolucionaria en las plazas, calles y portones de aquel entonces.
En estos rincones, la figura del ambateño agricultor, ganadero, confeccionista de calzado, textiles y herramientas, así como la del comerciante inspiraron a Montalvo para escribir sobre equidad social, justicia, esfuerzo, tolerancia, solidaridad y trabajo arduo.
En ella, además, vio la luz por vez primera Juan León Mera, poeta, político, pintor y dramaturgo, famoso por ser el autor del Himno Nacional del Ecuador.
En el jardín de su antigua y extensa quinta, ubicada a orillas del río Ambato en el barrio Atocha —se dice— escribió la letra del cántico, cuya letra ha hecho llorar a más de uno.
“Salve oh Patria, ¡mil veces! ¡Oh Patria! ¡Gloria a ti! ¡Gloria a ti!”.
Esta pequeña frase cargada de mucho patriotismo y lealtad a la nación, hace que los ecuatorianos, ya sean indígenas, afroamericanos, mestizos, blancos, ricos o pobres, nos quitemos el sombrero de inmediato al escucharla.
Ambato, además, se enorgullece por ser la ciudad que dio vida a Juan Benigno Vela quien, siguiendo los pasos de los 2 antes mencionados, se destacó siglos atrás por su destreza con la pluma.
Mi ciudad es tierra de valientes hombres y mujeres que supieron levantarse de una de las desgracias más grandes del siglo pasado.
El terremoto de 1949, en el que murieron más de 5 mil personas, no pudo apagar la llama de emprendimiento que arde en todos los corazones de los ambateños.
Muestra de esto es la Fiesta de la Fruta y de las Flores, celebración que desde 1950, un año después de la tragedia, convoca a más de 500 mil turistas y que da fe del espíritu valiente del tungurahuense ante los infortunios de la vida.