El encuentro tuvo lugar en 1804 durante la visita del caraqueño a Europa
“Humboldt descubrió en 3 años lo que los españoles no lograron en tres siglos”
“Bastó que muriera para que todos los odios se convirtieran en veneración, todas las calumnias en plegarias, todos sus hechos en leyenda. Muerto, ya no era un hombre sino un símbolo”.
Este es uno de los párrafos más apasionantes, conceptuales, contrastantes y objetivos, que he leído en toda mi carrera de escritor e investigador. Y la lectura continúa.
“América Latina se apresuró a convertir en mármol aquella carne demasiado ardiente, y desde entonces no hubo plaza que no estuviera centrada por su imagen, alta sobre los Andes. Por fin en el mármol se resolvía lo que en la carne pareció siempre a punto de ocurrir: que el hombre y el caballo se fundieran en una sola cosa”.
Leí este párrafo en la contratapa de uno de los libros más emocionantes de William Ospina. Su título: En Busca de Bolívar. Se puede adquirir en librerías bogotanas y cerca de la frontera con Colombia, en Pasto.
Su primera edición tiene fecha 2010. En mi poder, la de 2014. Se me ha movido el apetito y esas ganas de tratar de compartir algo diferente y exquisito, producto de un escritor que sencillamente atrapa con erudición y genio poético.
En mi lectura, me detengo y subrayo esta frase, pues me parece muy reveladora: “Bolívar dijo que Humboldt vio en 3 años en el nuevo continente más de lo que habían visto los españoles en tres siglos”.
Indudablemente que viajar con erudición es tan diferente a ir de turistas o de compras por otros mundos. Mientras unos buscan oro y ganancias; otros se apasionan por tratar de encontrar las razones de la naturaleza, datos que a los ojos ciegos del común no pasan de ser sino formas que ocupan espacios.
Sin historia una escultura en Europa no pasa de ser exclamación de belleza, pero sin alma. Tal como pasa cuando nos encontramos con una persona a la que creemos conocer por su cara o por su ropa.
Un encuentro poco conocido
A continuación expongo los párrafos más interesantes y reveladores que encontré en dicho texto, y comparto con los lectores sobre la casi desconocida conversación que tuvieron dos grandes personajes de la historia europea y sudamericana, en Francia a inicios de 1804.
Humboldt “acababa de regresar de un viaje de cinco años que lo llevó por Venezuela y por Cuba, la provincia de Quito y el Virreinato del Perú; después había pasado un año en México, la Nueva España, y acababa de cruzar Norteamérica y conversar con los grandes hombres que habían logrado la independencia de los Estados Unidos”.
Al otro lado de la frontera, Guillermo de Humboldt recibía las cartas de su hermano y las compartía con su círculo de amigos ilustrados.
Su llegada a Francia fue un acontecimiento. Los salones se abrían para el viajero, y el propio Bonaparte lo recibió con un banquete para escuchar el relato de sus exploraciones. Esto alentaría también la tentativa del emperador de apoderarse no solo de España sino de sus minas al otro lado del Atlántico.
Pero más definitivo para la historia fue el encuentro de Alexander Von Humboldt con Simón Bolívar: la versión de la América equinoccial que pregonaban sus labios fue una revelación para el joven.
Él creía saber a qué mundo pertenecía, pero los ojos de Humboldt eran los ojos de la Ilustración y del romanticismo: Hölderlin no habría hablado con más veneración de aquellas selvas pululantes de vida, de aquellos ríos donde los caimanes parecían bostezar mariposas y de aquellos árboles blancos de tantas garzas que se pisaban en sus ramas.
De aquella profusión de ramas que agitan alegres monos diminutos, de aquellas lianas que en realidad son serpientes, flores que al saltar son ranas venenosas, jaguares que son la corona de las selvas.
“El propio Bolívar dijo que Humboldt había visto en 3 años en el nuevo continente más de lo que habían visto los españoles en tres siglos”.
Una frase sorprendente
El sabio alemán combinaba lucidez y pasión, había sido capaz de asombrarse con América en tanto que otros solo la habían codiciado, y acababa de ver con ojos casi espantados un mundo virgen, exuberante y el milagro de la vida en millones de formas, flores inverosímiles y selvas inabarcables.
Tal vez el momento más decisivo de aquel encuentro fue cuando Humboldt, oyéndolo exclamar a que el Nuevo Mundo solo completaría su destino al independizarse de los ibéricos, dijo con el rostro resuelto, sin imaginar acaso qué fuego estaba encendiendo con la frase “su país está maduro para la independencia, pero yo francamente no veo quien podría encargarse de dirigirlo”.
Similitud con la actualidad
Creo que muchos Humboldt siguen pasando por el Nuevo Mundo. Prosiguen los descubrimientos pero tras su paso y de conspiraciones contra de Bolívares modernos que procuran nuestra libertad, hemos caído en otros saqueos y en la impavidez de la destrucción.
Pero no son esos saqueos primitivos, a la manera española, desmanteladora de las cosas listas, de las cosechas fáciles por el trabajo ajeno.
El atraso y la miseria sentida en los hijos de la entraña popular, heredera en primer lugar de la ignorancia científica, está en dejar de necesitar que nos hagan notar de lo que seríamos capaces.
Necesitamos que surjan centros científicos que se beneficien de su selva, necesitamos de universidades que den un vuelco a la demagogia y generen el pan del mundo. Urgen ojos abiertos como los de Humboldt e ideales como los de Bolívar. (I)
En un año recorrió toda Colombia
El alemán llegó a Nueva Granada accidentalmente
La visita de Humboldt a Colombia fue netamente accidental. A pesar de ser el primer geógrafo e historiador de la América española, el barón alemán no tenía entre sus planes iniciales recorrer la América equinoccial, y menos aún visitar el virreinato de la Nueva Granada, hoy conocido como Colombia.
El 29 de noviembre de 1801, camino de Pasto y luego de haber atravesado el territorio colombiano, anota en su diario: “cuando salimos de La Habana estuvimos plenamente seguros que no tocaríamos Santa Fe, y que en busca de la expedición de Baudin tomaríamos el camino de Panamá a Guayaquil. Quién no se estremecería de la idea de empezar un viaje con 12 mulas y su eterno reempaquetamiento, por un camino terrestre de 4 a 5.000 millas, por Honda y Popayán. Yo personalmente pensé que mis finanzas no serían suficientes para ese camino. En Cartagena todo me parecía suficiente”.
El pasaporte autorizaba el ingreso a América y a las demás posesiones ultramarinas, donde podrían realizar estudios de minas, hacer colecciones de plantas, animales, semillas y minerales, medir la altura de los montes, examinar su naturaleza y realizar observaciones y descubrimientos útiles al progreso de las ciencias naturales.
Humboldt recorrió todo el territorio colombiano a bordo de la fragata Pizarro, nave que desde España recorría todas las posesiones ultramarinas de los ibéricos, incluidas las Islas Canarias y Guinea. (I)