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El Telégrafo
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Decenas de cuyes de los campesinos se ahogaron el sábado

Fuerte aguacero de 15 minutos puso en vilo a comuneros

Lodo, piedras y ramas de árboles arrastra la crecida que se produce en Calhua Grande, a consecuencia del mal tiempo en la región. FOTO: ROBERTO CHAVEZ
Lodo, piedras y ramas de árboles arrastra la crecida que se produce en Calhua Grande, a consecuencia del mal tiempo en la región. FOTO: ROBERTO CHAVEZ
17 de marzo de 2014 - 00:00 - Redacción Regional Centro

El fuerte temporal que Ambato soporta desde inicios de marzo pasa factura a uno de los sectores más pobres de la ciudad.

La comuna Calhua Grande, perteneciente a la parroquia Martínez, al nororiente de ciudad, es la más afectada por los constantes chubascos y deslizamiento de tierra.

En menor proporción, la parroquia Cunchibamba, ubicada en la parte baja de Calhua. Empero algunas viviendas presentan daños.

El sábado, debido a un corto pero intenso aguacero, las bases de ocho casas de la comuna quedaron debilitadas.

El poblado se asienta en las laderas de una montaña a 3.200 metros sobre el nivel del mar y por el declive soporta derrumbes de lodo, piedras y vegetación, cada vez que llueve.

Según testimonios de los vecinos, al menos tres casas más se habrían sumado a esta lista por la precipitación fluvial.

“El aguacero empezó más o menos a las 15:00. Duró quince minutos, pero por la fuerza e intensidad al poco rato ya se pudo ver en la plaza del lugar, un río que bajaba de lo alto de la montaña con piedras, ramas, plantas y hasta cuyes sin vida. En la casa de un vecino y en la mía, se han caído las paredes traseras y las bases se están debilitando” dijo Euclides Ainaguano, morador.

La mayoría de estas moradas fueron construidas sin asesoría profesional, pues no cuentan con columnas de concreto. En su lugar, se ha colocado bloque cruzado en las esquinas de las estructuras, sin garantizar la estabilidad al momento de presentarse algún movimiento brusco.

Luego de cinco minutos del aguacero, los pobladores buscaron refugio en la casa comunal y en el atrio de la iglesia.

La presencia de una acequia grande, en la parte superior del poblado, agrava la situación debido a que no se realizan mingas de limpieza frecuentemente.

“La acequia ubicada a treinta minutos de caminata, no ha sido limpiada desde hace 2 años, motivo por el cual se llena y se desborda, bajando con fuerza y destruyendo los cultivos”, señaló Cayetano Pilapanta, agricultor.

El terreno se caracteriza por tener bases de cangahua, una especie de roca formada por tierra endurecida, que se vuelve muy resbalosa al contacto con el agua.

Por este motivo, los habitantes buscan refugio a la mínima señal de lluvia.

“Si la cangahua se humedece, es como un jabón. Por esta razón nosotros usamos botas de caucho, para evitar caídas. Pese a esto, personas mayores, niños y quien camine con prisa, aun llevándolas, se arriesga a sufrir un tropiezo”, manifestó Emelinda Chachipanta.

Tres criaderos de cuyes también han sido destruidos. “Estos animalitos nos proporcionan abono orgánico ideal para nuestros cultivos. En pocos minutos de lluvia, mi cuyera y las de dos familiares más se destruyeron. Los vecinos de la parte baja nos contaron que vieron en medio del lodazal, un gran número de cuyes muertos”, manifestó con lágrimas, Víctor Yacchirema.

El agricultor calcula que las pérdidas en su criadero ascienden a 500 dólares, ya que la estructura contenía 80 roedores.

Una ladera amenaza incluso la estructura de la iglesia, motivo por el cual una pala mecánica del Gobierno Provincial de Tungurahua permanece cerca del templo para retirar el material que desciende.

El muro de concreto más grande del sector, que sostiene la ladera de un camino vecinal y las instalaciones de la escuela, corre el riesgo de colapsar sobre dos viviendas.

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