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El Telégrafo
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Se ofrecen alimentos y recorridos guiados por las zonas seguras

En Chimborazo también se aprovecha al volcán activo para el turismo comunitario

Alimentos de la zona y sitios para nadar son los principales negocios que se abrieron en este sector de Chimborazo, afectado también por el proceso eruptivo. Foto: Elizabeth Maggi / para El Telégrafo
Alimentos de la zona y sitios para nadar son los principales negocios que se abrieron en este sector de Chimborazo, afectado también por el proceso eruptivo. Foto: Elizabeth Maggi / para El Telégrafo
10 de agosto de 2014 - 00:00 - Redacción Regional Centro

Solo cuando se camina por las faldas mismas del volcán Tungurahua se puede apreciar su imponencia.  Más aún si en ese preciso momento se lo escucha bramar u ocurre una explosión fuerte que estremece el suelo e inyecta la adrenalina necesaria en los turistas para permitirles correr si así lo desean.

Pero no lo hacen. La mayoría de aventureros siente una curiosidad enorme por este fenómeno natural que empezó en 1999. Esa curiosidad fue el ingrediente principal para que habitantes de varias poblaciones próximas lograran implementar negocios exitosos en diversos puntos de la vía Penipe-Bilbao.

En el curso de casi 15 años de proceso eruptivo se las arreglaron para volverse emprendedores y progresar en su tierra, sin tener que migrar.  

En puntos estratégicos de esa vía se abrieron 7 restaurantes en los que se pueden probar tortillas de maíz con queso preparadas en piedra volcánica. Se venden en fundas de papel. Ocho a un precio de $ 1.

¿Cómo se hacen? Los propietarios de estos paraderos suben a las montañas cerca del volcán y escogen las rocas-plancha más apropiadas. Luego las ‘curan’ (preparar para la cocción) con hierbas y con cebo de ganado.

Así lo hace Fernando Morales.  “Este tipo de preparación es muy atractiva para los viajeros. Incluso, muchos compran estas rocas y pagan hasta $ 50. Todo depende del tamaño, ya que sirven para preparar cualquier tipo de carne y le dan un sabor especial”, asegura Morales.

Lo paradójico del asunto es que, mientras los agricultores se quejan de los daños que les causan la ceniza y las rocas incandescentes, estos emprendedores más bien los aprovechan como un atractivo poderoso para guiar a los visitantes hacia la compra de otros productos del lugar como las frutas y los recorridos por los lugares seguros.

Los servicios que se ofrecen

En el tramo de la vía Penipe-Bilbao, el visitante puede decidirse por un descanso relajado en las pampas de 4 hosterías o caminar por los suelos próximos al coloso. Esto se puede realizar al ascender  hacia el mirador de Utuñag, ubicado a 5 minutos de la parroquia Matus.

Desde allí, el espectáculo que ofrece el volcán deja a más de uno impresionado por la fuerza natural que se desata.

La mayoría acude en la noche. Las tinieblas, cuando está nublado, permiten observar mejor la incandescencia que se proyecta desde el cráter hacia los flancos del macizo y ruedan cuesta abajo.

Es un espectáculo sobrecogedor, pero admirable a la vez. “Hemos acampado en la montaña porque las personas que viven aquí nos cuidan y nos ofrecen seguridad. Además hay sitios para comprar café y otras cosas que ayudan a pasar la noche y recrearse con el paisaje”, opinó Hugo Veloz, turista cuencano.

Otros prefieren hacerlo en el día porque así disfrutan de caminatas por los senderos, practican deportes como la natación y el ciclismo, además de degustar la tilapia asada que se puede escoger en los criaderos de esas poblaciones.

Los platos típicos como el caldo de gallina criolla y las papas con cuy suelen ser los bocados más pedidos.

Diana Torres arribó de Quito con sus 2 hijos, y sus familiares de Riobamba los llevaron a conocer la parroquia El Altar. Desde ese punto se tiene una visión clara del volcán y se pueden saborear las ricas manzanas chimboracenses.

“Me agradó mucho. Las autoridades colocaron sillas de madera y adecuaron miradores con fotografías del volcán. La gente es muy amable y todo está tan limpio, un bonito lugar para visitar y ver de una forma segura al volcán”, dijo.

Mientras se viaja, no es raro ver en la vía vendedores de mandarinas, pepinos y limones que se siembran y cosechan en la zona.

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