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El volcán aún no preocupa a los vecinos de La Paz

Un grupo de chicos jugó indorfútbol la tarde del sábado en La Paz, mientras a pocos kilómetros el coloso expulsaba ceniza.
Un grupo de chicos jugó indorfútbol la tarde del sábado en La Paz, mientras a pocos kilómetros el coloso expulsaba ceniza.
13 de abril de 2015 - 00:00

En el reasentamiento La Paz, del cantón Pelileo, la reactivación del volcán Tungurahua todavía se mira con indiferencia.

Desde lo alto de las lomas de este proyecto habitacional, que fue construido por el Gobierno central en dos etapas desde el 2008, para beneficio de 210 familias de las zonas de riesgo por su cercanía al coloso, las explosiones volcánicas pueden verse con una claridad que entusiasma a los turistas.

La tarde del sábado, la zona oriental del cerro estaba casi descubierta y el Sol acentuaba la espectacularidad de los estallidos cargados con ceniza y gas que apenas se elevaban sobre el cráter.
Solo que esta vez no estuvieron acompañados por los habituales ‘cañonazos’, pero los vecinos del reasentamiento los miraban sin darles importancia. 

Algunos niños jugaban en las canchas o en las calles adoquinadas.
Los adultos arreglaban los jardines o guardaban los productos que habían salvado de la ceniza en  sus chacras.

“Deberían venir cuando hay candela en la cumbre. Desde aquí se mira clarito las piedras que brillan y se escucha el alboroto de las explosiones. Da miedo, pero ya nos acostumbramos”, dice Amelia N., oriunda de la comunidad Chacauco.

El Reasentamiento Damnificados del Volcán Tungurahua La Paz, como consta en una valla del Miduvi que fue colocada en el ingreso principal, costó más de $ 4 millones y con los reasentamientos de Río Blanco (Baños de Agua Santa) y de Penipe (en Chimborazo), el Gobierno solucionó el desamparo en el que se sentían cientos de familias de agricultores y ganaderos que todavía frecuentan sus tierras y viviendas en decenas de poblaciones situadas en las proximidades del coloso en las provincias de Tungurahua y Chimborazo.

“Las continuas reactivaciones y lluvias de ceniza nos obligaron a cambiar de vida. Mi esposo, Manuel Guevara, va y viene de Chacauco y trata de salvar los sembríos. Yo conseguí un empleo en Pelileo y así no sufrimos tanto cuando el volcán se reactiva”, comenta Amparo Ramos.
En La Paz, el reasentamiento fue dividido en tres zonas que son habitadas según el lugar de donde se provenga: Chacauco, Bilbao y Cusúa.

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