El terremoto de 1797 deterioró la capilla que luego fue reconstruida un poco más pequeña en el mismo sitio de la original
El Salto se convirtió en el ‘motor’ comercial de Latacunga
En el corazón de Latacunga se encuentra uno de los barrios más importantes y con mucha historia popular. Se trata del barrio El Salto, llamado así por una anécdota de los habitantes con una imagen de la Virgen María.
Cuenta la historia que a inicios de 1600 un artista pintó sobre una piedra la imagen de una Virgen. Sus devotos complementaron la iniciativa con la edificación de una pequeña capilla a pocos metros del río Yanayacu, que en aquel tiempo era el ingreso a la ciudad.
El 20 de junio de 1698, un terremoto destruyó esta urbe y la piedra con la imagen de la Madre de Jesús desapareció.
Se cree que cayó al afluente y sirvió como punto de apoyo para que las personas pudieran cruzar las aguas, pues debían saltar para llegar al otro lado.
Por eso se denominó a esta barriada como El Salto, un hecho que pocas personas conocen o leen en los libros de historia.
Con el pasar de los años, un grupo de niños descubrió que la piedra que utilizaban para saltar tenía grabada una Virgen.
Los moradores la sacaron para venerarla y crearle su propio templo. Desde entonces se la conoce cariñosamente y con fe como la Virgen de El Salto.
La población fue creciendo y se volvió un punto de encuentro para los comerciantes que de a poco se agolparon y se apoderaron de los sectores aledaños a la iglesia para vender los productos que llegaban de las comunidades rurales.
Dos plazas al aire libre se constituyeron. La primera para la venta de abarrotes, comida criolla, jugos y plásticos. La segunda para la oferta de legumbres, frutas, flores, hierbas medicinales y otros productos.
Los martes, jueves y sábados eran los días de más afluencia de compradores, por ello se los conocía como los días de feria.
Por lo menos 800 comerciantes de Saquisilí, Salcedo, Latacunga, Pujilí e incluso de otras provincias arribaban con sus mercancías.
Durante décadas el lugar fue el punto de encuentro de comerciantes que provenían de las provincias de la Sierra centro y del resto del país. Ellos generaron una boyante economía.
Los días con menos gente se disputaban partidos de voleibol. A estos encuentros acudían aficionados de diversos barrios, especialmente choferes de taxis. Los partidos amateur concentraban gran cantidad de público por las tardes.
Con el crecimiento poblacional, El Salto fue inundándose con más comerciantes. Sin embargo, este factor jugó en contra.
Las plazas cubiertas con cemento se volvieron insalubres, no había protección de la lluvia ni del sol. Los alimentos se vendían a la intemperie. El caos vehicular amenazaba con afectar la tranquilidad de este sector urbano.
Durante la administración de Rodrigo Espín, se puso en marcha el proyecto de ordenar ese sector. Hace 3 años se reubicó a los comerciantes de El Salto hacia el sector La Cocha.
Esto con el fin de construir 2 centros comerciales que prometían cambiar el rostro de Latacunga para siempre. Y lo hicieron.
Los trabajos concluyeron a finales de 2013. El Centro Comercial Popular y el Mercado Cerrado agrupan ahora a por lo menos 400 comerciantes cada uno. Las plazas hoy son sitios de esparcimiento y convivencia.
Sin embargo, la llegada de los ambulantes de ciudades como Ambato y Quito se considera como uno de los principales problemas que se deben resolver por parte de la actual administración municipal, encabezada por Patricio Sánchez.
Sobre este tema, Martha Corrales, moradora del sector, explica que el barrio se destaca por el empuje de sus habitantes, quienes lo volvieron comercial. “Considero que El Salto es el barrio más importante de la capital provincial. Quien no conoce este sitio y su historia entonces no sabe de Latacunga”, aseguró Corrales.