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El rodeo, uno de los atractivos del Quilotoa
Tracking, senderismo, cabalgata, camping y rodeo de altura son algunas actividades que se pueden realizar en la laguna del volcán Quilotoa, situado en el límite de los cantones Pujilí y Sigchos, en Cotopaxi.
El Quilotoa está ubicado más al occidente de los Andes ecuatorianos y dentro de su cráter hay una caldera de casi 9 kilómetros de diámetro. Para descender allí, desde la entrada al complejo, se debe caminar por un largo y empinado sendero durante unos 30 o 50 minutos de acuerdo con el estado físico del turista. Para el ascenso, los comuneros cuentan con mulas y caballos que se alquilan en $ 10.
Su encanto le permitió ubicarse entre las 15 lagunas más hermosas del mundo, según la revista online Twisted Sifter. Por eso, recibe cerca de un millón de visitantes, locales y del exterior.
Según los expertos, la laguna tiene una profundidad de 250 metros y la luz reflejada en el espejo de agua causa el efecto óptico de que el líquido cambia entre azul, turquesa y verde esmeralda.
Este paraje está a 66 kilómetros al sur de Latacunga, en la parroquia de Zumbahua y forma parte de la Reserva Ecológica Los Ilinizas.
Para llegar se pueden tomar los buses de las cooperativas Pujilí, Vivero y 9 de Octubre que salen desde la Terminal Terrestre de la cabecera cantonal. El pasaje cuesta $ 2,50. En vehículo propio se avanza por la carretera Latacunga–La Maná.
Ya en el lugar se puede acampar, aunque es aconsejable hacerlo a una distancia considerable, pues esta laguna emana gas carbónico mezclado con hidrógeno sulfuroso.
La fauna del entorno incluye lobos de páramo, zorros, conejos, venados y cervicabras, entre otras especies. En cuanto a la avifauna hay zumbadores, torcazas, quilicos, carboneros, quindes cafés, loras, gorriones y huairachuros.
La zona artesanal que posee cuenta con más de 30 puestos en los que se ofertan bufandas, guantes, gorras, suéteres y chalinas elaborados con lana de alpaca. También hay llaveros, esteras, cuadros y caretas fabricadas por artesanos de Tigua.
Estos artistas ocupan una construcción de una sola planta, cuyo encanto reposa en sus techados de teja que abundan en los poblados cercanos. “Los sábados, domingos y feriados hay más concurrencia. De lunes a viernes el negocio decae”, manifestó María Toaquiza, artesana del lugar.