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Ecuador, 05 de Febrero de 2025
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El Telégrafo

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Junta soberana de gobierno de 1809 escondía un carácter independista

¿El rey de Quito, Juan Pío Montúfar en 1809, con apoyo de la Junta?

La junta soberana de gobierno de 1809 escondía un carácter independista.
La junta soberana de gobierno de 1809 escondía un carácter independista.
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Siempre estoy contándoles otras historias, porque me he enterado de otras lecturas surgidas de nuevas investigaciones.

Ecuador estuvo a punto de convertirse en monarquía por 4 ocasiones. El primer Reino de Quito, que surgió idílicamente de Juan de Velasco, fue el antecedente para que se proyectara un segundo, pero este sí con monarca propio.

Estos intentos se dieron, según los investigadores, en 1765, en 1809, 1845 y 1859. En forma particular, ahora realizo mi acercamiento al segundo intento que vincula a los personajes de nuestra Fiesta Patria rememorante del 10 de Agosto.

Veamos 2 extractos tomados de fuentes virtuales, pero que valen la pena poner al alcance  de quienes acceden a estas páginas.

“Durante la revolución quiteña del 10 de Agosto de 1809, los criollos sublevados al poder español de la Real Audiencia de Quito, nombraron una Junta Soberana de Gobierno, presidida por el más popular de los nobles quiteños de aquel entonces, Juan Pío de Montúfar y Larrea, II Marqués de Selva Alegre.

Según la apreciación de varios historiadores, esta Junta escondía un carácter independentista detrás de su endeble declaratoria de fidelidad al rey Fernando VII, depuesto con la invasión napoleónica a España.

Esta teoría se basa en el trato de ‘Su Alteza Serenísima’ (reservado para monarcas de Principados o Reinos pequeños, por ejemplo) que recibió el Presidente de la misma: Juan Pío Montúfar, en el acta de establecimiento que se firmó en la Sala Capitular del Convento de San Agustín, el 16 de agosto.

Varios actos efectuados durante la investidura de Montúfar como Presidente apoyan esta teoría, entre ellos el que el mismo Marqués se presentase al pomposo acto con un manto celeste y estrellado de plata.

Además de la cruz chica de la Orden de Carlos III colgada en el pecho a modo de Toisón real, al más puro estilo de las coronaciones de la monarquía europea de la época.

Propuso también, como todo buen monarca, que se presume deseaba ser, la creación de una Orden Militar con el título de Gran Cruz de San Lorenzo, para condecorar a los beneméritos y eternizar la gloriosa fecha, siendo él mismo, el gran Maestre de esa Orden.

En este punto debemos resaltar que era únicamente el marqués Montúfar, quien recibía el trato de Alteza, pues todos los demás miembros de la Junta serían llamados, según su rango: ‘excelencias’, ‘señorías’ y ‘usías’.

Cabe recordar que la Junta Suprema del 10 de Agosto de 1809 era eminentemente monárquica, al punto que hoy es aceptado por la historiografía que los ‘montufaristas’ buscaban la proclamación del Marqués de Selva Alegre, Su Alteza Serenísima Juan Pío Montúfar, como Rey de Quito.

Entonces, la creación de un segundo Reino de Quito, esta vez blanco (o criollo, como deseen llamarlo) se vio reducida a escombros cuando la otra facción de la Junta Soberana decidió devolver el poder al rey de España, representado por el viejo Conde Ruíz de Castilla, debido a que los obstáculos en el manejo de los territorios quiteños les resultaban infranqueables.

El dato viene de una publicación de Héctor López, respaldado en Francisco Núñez Proaño, De la Monarquía en América, el Reino de Quito y posterior Estado del Ecuador. Alonso Valencia Llano, Élites, Burocracia, Clero y Sectores Populares en la Independencia Quiteña (1809-1812). Claudio Mena Villamar, El Quito Rebelde (1809-1812), Quito, Abya-yala, 1997.

Después de estas lecturas nos quedan muchas preguntas a los historiadores repetitivos del famoso grito libertario. Frustradas con sangre las aspiraciones de este movimiento, innegable semilla de separación de España de todo el continente, vienen nuevos sucesos en los que se imponen las ambiciones.

Hay interesados en hipotetizar las dinastías que se hubieran dado por herencia; pero conviene decir que, con la democracia, hemos dependido del mismo círculo familiar que ha engendrado a quienes nos han gobernado republicanamente  desde diversas  cúpulas del Estado.

La siguiente cita está tomada de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, discursos  sin autoría  pronunciados por el Centenario de la Batalla de Pichincha. “El 29 de enero de 1812, remitió Molina el proyecto de Constitución, escrito por el Maestrescuela, doctor don Calixto Miranda, documento aún inédito y valiosísimo para conocer las opiniones corrientes en esa época. Séanos permitido transcribir la Declaración Primera Del Reino y su Soberano.

Declara que siguiendo el estilo de la antigüedad se llame este reino el Reino de Quito y que sus límites y términos sean conforme a las antiguas leyes de su demarcación guardadas hasta la presente.

Declara que este Reino no puede agregarse a otro cualquier Estado sea de Europa, sea de la América, no desmembrándosele alguna de las provincias, que son, y han sido partes integrantes de él.

Declara que, en consecuencia, de los reconocimientos que tiene hechos no es ni puede ser otro el Rey de este Reyno que el dicho Señor Don Fernando VII que debe reinar en él con arreglo a las Leyes, y juntando en esta Capital de Quito las Cortes que deben ser con los Diputados de ella y de las Ciudades, Villas y Asientos del Reino para todos y cada uno de los casos de que hablan las Leyes.

Declara que no reinando personalmente en este sitio y no residiendo en esta su Capital de Quito el mismo Rey Don Fernando lo gobernará a su Real nombre.

También tendrá las Cortes arriba dichas un Senado Supremo Conservador del Reino de que se hablará luego, quien, en consideración a los daños y estragos pasados, nunca permitirá que ni de la Península de cuyas Cortes se ha declarado y declara independiente, ni de otra cualquiera parte vengan acá Gobernadores, Jueces y Empleados”.

Esto por lo común, no han traído  otras miras que volverse cargados de oro y plata, dejando este Reino cada día más pobre y más atrasado en las ciencias, artes y policía que sustentan e ilustran un Estado.

El Soberano Congreso promulgó la Constitución el 15 de febrero. Entre el texto sancionado y el proyecto del doctor Miranda se nota mucha diferencia, sin duda, debida a haberse adoptado el formulado por el doctor don Miguel Rodríguez.

Cuán pequeño fuera hasta entonces el influjo de las doctrinas enseñadas en El Contrato Social nos dan a conocer “los artículos del pacto solemne de Sociedad y Unión entre las provincias que forman el Estado de Quito”.

Su concepción es tomista, según las doctrinas políticas y su interpretación  por Suárez en Justicia et Jure, no porque en Quito se ignorasen los principios de la ciencia francesa del siglo XVIII.  Tan intenso era el deseo de ilustrarse de los criollos, que los libros prohibidos, por voluminosos que fueran, llegaban hasta las breñas andinas. Conservo  un ejemplar de la Grand Enciclopedie, por herencia desde la Colonia.

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