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El estado del Batallón Carchi que estuvo acantonado en Ambato, en 1911
Tomás Reinoso es el coronel que tiene a su mando al Batallón Carchi. El 3 de abril de 1911 dirige una comunicación a la Gobernación de Tungurahua para que se remitiera un informe al Ministro de Guerra, sobre las condiciones en las que se encontraba este batallón.
Eran tiempos de revueltas y de proclamación de insurrecciones como modos de administrar la República. Lo que casi nunca nos preguntamos es ¿cómo se maneja tras las cortinas el negocio de la guerra?
Los proveedores de equipamientos bélicos siempre mueven hilos que se vuelven invisibles para el pueblo. ¿Quedamos conformes con los héroes? ¿Se debe usar el garrote o la bala para imponer ideas o para apropiarse del poder?
Ahora existe la democracia y los medios masivos de alienación. Los de siempre, ya no tienen miedo a los procesos eleccionarios.
La democracia está en sus manos. La masa acrítica siempre votará por un amo de turno. Por el que más grite o mejor mienta. La conciencia social está en contados líderes.
Equipamiento del batallón
“El parque del batallón de mi mando consta en la actualidad de 500 mannlichers, 500 porta id. 920 cacerinas, 500 cinturones, 500 espadines, 500 vainas, 500 porta id. 500 chapas y 500 tapones para boquillas de rifles.
Este armamento se encuentra en su totalidad en mano. No queda pues, nada sobrante en el parque del cuerpo. El número de municiones asciende a la cantidad de 21.914 cartuchos metálicos. El armamento y municiones que quedan enumerados se encuentran en buenas condiciones de servicio, siendo los rifles modelo austriaco calibre 7/9 milimétricos”. ¿Eran los austriacos los proveedores de armas?
“El vestuario se compone de 300 sacos y 300 pantalones de casimir negro de Chillo, 350 sacos y 350 pantalones de casimir azul marino; y de 340 sacos y 340 pantalones de tela ‘Melton’ color azul claro.
Este vestuario, a excepción de los ternos color azul marino, que es la ropa de parada, que está en regulares condiciones, la demás, no solo es deficiente para el número de individuos de tropa, sino que se halla muy deteriorada por el uso.
La ropa negra, por tener ya 10 meses de uso diario, pues fue suministrada en junio del año pasado, y la azul de tela ‘Melton’ traída de Alemania, por ser de muy mala calidad, aun cuando fue entregada al batallón en época más reciente”.
Pobres nuestros abuelos soldados, reclutados a la fuerza para ser pordioseros armados. Se sabe que eran esqueletos hambrientos que marchaban enfundados en ‘ropavejeces’ que les quedaban grandes, para cuidar el orden de una desordenada codicia.
“El equipo está compuesto de las siguientes especies: 500 morrales, 500 cantimploras, 500 bolsas, 450 pares de botas, 400 cascos con sus accesorios, 500 frazadas de jerga (j) y 12 camas de fierro.
Las especies anotadas están en buenas condiciones a excepción de las botas, que por el mucho tiempo que tienen de uso se encuentran en estado casi inservible.
Este equipo, como se notará, es sumamente deficiente. Hacen falta muchas cosas, y para no citar sino una, mencionaré las gorras de diario, modelo alemán, que no existe una sola en el parque del cuerpo.
Por esta causa, la tropa tiene que usar diariamente sombreros. Hay sin embargo unas gorras viejas que se conservan cuidadosamente solo para los días de formación”.
Este es tu bisabuelo montonero, me mostraba en una foto mi abuelita. Tenía un pantalón ancho, camisa de jerga y un sombrero “llapango”, o sea de un paño envejecido y aplastable terminado en cono.
Igual a esos llapangos que ponían entre las coyundas del yugo con que uncían a los toros de arada.
¿Les disfrazaron de alemanes a nuestros mestizos?
Eduardo Galeano cuenta que con uniformes para soldados turcos, hechos por los ingleses, esas bombachas se hicieron traje nacional de gauchos para argentinos y uruguayos, cuando los ingleses ya no tuvieron a quién venderlos.
Dice también que los sombreros de copa vendidos por los ingleses, se hicieron prenda típica de Bolivia.
¿Y a la hora de dormir? Los soldados no duermen. Descansan con sobresaltos. Los enemigos pueden sorprenderles a sabiendas.
Son sus propios hermanos, sus primos, sus vecinos que dejan de serlo cuando los soldados están disfrazados de civismo respaldados en sus armas.
Como verán, no hay camas suficientes y duermen con una cobija. Si tienen más frío, deben soñar que se cobijan con la bandera y con la Patria. Así se hacen hombres.
Sueñan con ser héroes. A todos nos llevaban a hacernos hombres en los cuarteles. A despertarnos a cualquier hora, con cualquier balde de agua fría, a permanecer en plantoneras, a obedecer el mínimo gesto del superior.
No se diga de su palabra que se vuelve sagrada, irrefutable. Todos los desórdenes mentales son obligatorios hasta el filo de la muerte.
El instrumental y la banda
Los cuarteles serían muy aburridos sin una banda de músicos. La música entusiasma y limpia el espíritu.
La banda llama la atención de la gente y sus marchas hacen que los fusiles cobren una suprema importancia, arrimados a las quijadas templadas de los soldados, que se aguantan hasta de tragar la saliva, para que las tripas entiendan lo que es la solemnidad.
Viéndolos así, la gente les aplaude y hasta las muchachas les lanzan flores con un amor compasivo. En este caso, la banda cuenta con una lira y martillo, una flauta, un flautín, 6 saxofones, 2 requintos, 11 clarinetes, 4 pistones sí bemol, 10 ídem mi bemol, 2 bugles.
Además, 5 trombas, 9 zarzas a 8 barítonos, 11 trombones, 7 bajos, 2 contrabajos, un bombardón, 2 bombos, un portabombo, una pandereta, un triángulo, 2 castañuelas, 8 sordinas, un mazo y 2 vaquetas.