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El Telégrafo
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La iglesia del lugar y las galerías datan de 1602 y se usaron para enterrar a los sacerdotes

El enigma de las catacumbas de Sicalpa atrae a turistas del mundo

La reconstrucción de la iglesia se realiza en base a piedras, arcilla, chacoto y sangre de llama. Foto: Silvia Osorio / para El Telégrafo
La reconstrucción de la iglesia se realiza en base a piedras, arcilla, chacoto y sangre de llama. Foto: Silvia Osorio / para El Telégrafo
29 de junio de 2014 - 00:00 - Redacción Regional Centro

Riobamba

La parroquia Sicalpa fue uno de los lugares escogidos por los españoles para establecerse, de ese modo agradecieron a esta tierra por los favores que recibieron.

Allí construyeron hermosos templos con detalles que quedaron grabados en las paredes. Uno de estos es la Archibasílica de la Señora de las Nieves, famosa por sus catacumbas (galerías subterráneas) que datan de 1600.

La comunidad de Sicalpa Viejo se ubica en el cantón Colta, en Chimborazo, a 500 metros. Es una comunidad apacible en la que viven unas 800 personas.

La iglesia, que tiene el mismo nombre, es visible desde la plaza central de Colta. La historia de este lugar es conocida por la mayoría de sus habitantes y las catacumbas que posee han despertado la curiosidad de propios y extraños.

Según registros históricos, en 1602 empezó la construcción del templo y de las catacumbas que sirvieron para enterrar a las personas consideradas santas. Sin embargo, este también fue el destino final de algunos terratenientes.

En el altar de la basílica hay un agujero y una puerta de madera que permite descender por 8 gradas que se conectan con los nichos. En ese sitio hay huesos humanos sueltos y también un esqueleto completo que se mantiene dentro de una urna de vidrio.

Para la turista española, Daniela Fonseca, ese sitio infunde respeto y temor a la vez. “Bajé en compañía de mi esposo, pero me fue imposible no sentirme atemorizada por la oscuridad. Sentí escalofríos y no puede dejar de pensar en la muerte y el legado que dejaremos a nuestros hijos y nietos”, aseguró la visitante.

Las sensaciones de Fonseca están justificadas. Es que los clérigos no eran enterrados dentro de ataúdes, sino en mortajas. Es decir, envueltos en una tela con la cara tapada y un largo tul (tejido fino y transparente) que les llegaba a cubrir los pies, como una muestra de humildad.

Aunque se desconoce a quién pertenecieron los restos, la gente del lugar aseguró que fueron hallados en la misma iglesia.

En el centro de las catacumbas hay un hoyo denominado “carnero” en el que se  depositaban los huesos que se retiraban de los nichos.

En la decoración resaltan las piedras artísticamente talladas que fueron traídas de una cantera cercana a la antigua Riobamba y que fueron modeladas por artistas ibéricos con mano de obra nativa.

Hernán Pilco, presidente de la Junta Parroquial de Sicalpa, dijo que los datos indican que en 1797 un terremoto sacudió a Sicalpa, el cerro Cushca sepultó a los barrios bajos de la ciudad y la Archibasílica  también quedó en escombros.

“En los libros que encontramos y que pudimos recopilar con información para entregar a los visitantes, descubrimos que 152 años después del terremoto, en una minga organizada por los moradores hallaron el ingreso a las catacumbas. Originalmente había 32 nichos.

Desde ese momento empezó la restauración de la iglesia sobre los cimientos y parte de las paredes de lo que fue el santuario. En la actualidad solo hay 16 huecos”, dijo Pilco.

La reconstrucción se hace con piedras, arcilla, chacoto y sangre de llama. La fachada principal se restaura con las mismas piedras talladas en 1602, las cuales se conservan hasta hoy.

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