Publicidad
El desarrollo de Pilahuín gira en torno al cultivo del 'oro blanco' de Los Andes
La mayoría de parroquias rurales de la Sierra ecuatoriana guardan similitud en su diseño y estructura. Un antiguo templo católico, un parque grande, una plaza, en la que se comercializan los productos agrícolas allí cultivados; la casa parroquial, extensos sembríos y sistemas de riego son algunos elementos que definen a estos pueblitos.
Pilahuín no es la excepción. Esta parroquia rural de Ambato y cuna de una de las cinco etnias de Tungurahua, que llevan el mismo nombre del lugar, es fascinante por varias razones.
En sus 420 kilómetros de extensión existen atractivos turísticos como cascadas de agua pura, cristalinas y apacibles lagunas, senderos ecológicos, espectaculares miradores y extensas reservas forestales muy bien conservadas. Pese a esto, es poco conocida.
Sus comunidades vecinas, Chibuleo, Santa Rosa y Juan Benigno Vela, reciben cada fin de semana a cientos de visitantes, que ignoran que hace 2 siglos, el desarrollo económico no solo de Ambato sino de Tungurahua, dependía en gran parte de la actividad agrícola de Pilahuín.
En especial del cultivo de una hortaliza asiática traída a suelo ecuatoriano en el siglo XVIII, misma que por su capacidad de adaptación a climas andinos se ha convertido en el motor del desarrollo de la comarca sur de Ambato.
A diferencia de otras parroquias como Quisapincha, Chibuleo y Salasaca; aún se desconoce el origen del nombre de esta productiva localidad, pero se consideran 2 hipótesis.
Fernando Salgado, de 93 años y habitante del sector, asegura que la palabra pilahuín proviene de un lenguaje preincaico muy poco conocido en la actualidad.
“El runa shimi es un idioma que aquí se hablaba desde antes de la llegada de los Incas. Nuestros abuelos decían que esta palabra deriva de los vocablos ‘pilas’ y ‘huín’, que en castellano significan ‘dibujar’ y ‘antiguo’, y hace referencia a los adornos que se imprimían en vasijas que en la época precolombina se utilizaban para hervir alimentos, servirlos y en rituales y ceremonias espirituales”, dijo.
La segunda teoría sostiene que esta denominación fue acuñada por un sacerdote español en 1780, debido al predominio de la familia Pilamunga, apelativo del cual se habría tomado las 4 letras iniciales y completado con el vocablo ‘huín’.
Descripción del lugar
Pilahuín tiene cerca de 12 mil habitantes, de los cuales el 95% pertenece a esta nacionalidad autóctona, caracterizada por ser una de las pocas etnias andinas en las que predomina el patriarcado.
Es un pueblo 100% agrícola. Tiene 420 kilómetros de extensión, lo que le convierte en la parroquia más extensa de Ambato.
Se encuentra a 30 kilómetros de la capital tungurahuense, a un costado de la vía que conecta esta ciudad con Guaranda. Por esta razón es paso obligado de cientos de viajeros que van desde Tungurahua rumbo a Bolívar, Cañar y Azuay.
Las cooperativas de transporte que laboran en la zona son Ambateñita y Atahualpa, con frecuencias de recorrido entre 20 y 30 minutos y cuyas paradas en la ciudad están cerca del Mercado Sur.
Pilahuín tiene 3.200 metros de altura, lo que facilita el cultivo de papa, melloco, mashua, oca, haba, arveja, cebada, puerro, trigo, acelga, frutas andinas y otros productos agrícolas de climas fríos.
Pero el producto que más ganancias deja a los agricultores de la zona es el ajo, hortaliza de la familia de las liliáceas, que pese a ser un producto foráneo, se ha convertido en el cultivo con mayor presencia e incidencia en la parroquia.
Como en toda zona agrícola, la actividad complementaria es la ganadería. Sus extensos y verdes prados brindan alimento ilimitado a vacas, terneros, ovejas y borregos; especies que son comercializadas en plazas de la comarca sur y mercados de Ambato, Pelileo y Cevallos, entre otros cantones.
El ‘oro blanco’ de los Andes
Los agricultores de Pilahuín se refieren al ajo como el ‘oro blanco’ de los Andes, por su alta rentabilidad.
Originaria de China, esta hortaliza de la familia de la cebolla y del puerro, se ha convertido en el motor de desarrollo de familias enteras.
La economía local gira en torno a su siembra, cosecha y comercialización, pues se estima que en al menos el 75% de su extensión existen plantaciones de ajo.
Lorena Vargas, vocal del Gobierno Parroquial, destaca la importancia de esta especie vegetal para los comuneros.
“Si bien nuestro suelo es apto para cultivar zanahoria, cebollino, maíz y frutos de climas fríos, el ajo ese ha adaptado muy bien a nuestras parcelas. Se desconoce la fecha exacta en la que se trajeron las primeras semillas, sin embargo su capacidad de asimilar los minerales y sales de nuestras tierras ha hecho que el producto se adapte mucho más rápido que en parcelas de provincias vecinas, donde su producción es menor”, dijo.
Entre los factores que favorecen la producción están corto tiempo de florecimiento, 5 meses, capacidad de ajustarse a cambios climáticos y baja afectación por plagas.
Pese a que los grandes cultivos se encuentran en zonas altas, como Pucará Grande y San Isidro, la influencia del cultivo se siente en toda la parroquia.
En casi todas las viviendas hay anuncios de compra, venta y almacenamiento de plantas y semilla de ajo. Una escena que se repite cada semana en Pilahuín es el desgrane del producto, imagen que tiene lugar en el patio de cada vivienda, los miércoles por la mañana.
Participación familiar
Este proceso involucra a todos los miembros de una familia y es muy llamativo, por lo que visitantes europeos y estadounidenses llegan al sector para atestiguarlo.
“Como casi todas las etnias, tras la cosecha los pilahuines preparan el producto en medio de ritos ancestrales, como cantos en idiomas preincaicos, danzas e ingesta de brebajes. Se caracterizan por ser muy cordiales y alegres, por lo que suelen invitar a los turistas a ser parte de la ceremonia de desgrane”, agregó Lorena Vargas.
La mayor venta de este producto en la región tiene lugar a un costado de la vía Ambato-Guaranda, en la plaza de Pucará. Allí cada jueves acuden cerca de 500 productores y comerciantes, quienes compran y llevan la hortaliza a diferentes ciudades del país.
La concentración de mercaderes empieza a las 07:00 y finaliza a las 09:00. El precio por quintal de semilla es $ 110. La misma cantidad del producto listo para el consumo, desgranado y pelado, es de $ 90.
“Estos precios son los mejores de la región, muy rentables para los agricultores”, dijo Aníbal Masaquiza, agricultor. Además en Yatzaputzán y El Salado, caseríos de la parroquia, se desarrollan importantes ferias artesanales. (I)