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El Telégrafo
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En este espacio recreacional, al sur de la urbe, se realizan torneos de ecuavóley y ventas diarias de llapingachos y tortillas

El deporte y los platos típicos dan vida al parque Juan Benigno Vela de Ambato

Los hábiles deportistas alternan partidos de voleibol con las manos y la cabeza. Los espectadores los aplauden. Foto: Roberto Chávez / El Telégrafo
Los hábiles deportistas alternan partidos de voleibol con las manos y la cabeza. Los espectadores los aplauden. Foto: Roberto Chávez / El Telégrafo
07 de septiembre de 2014 - 00:00 - Redacción Regional Centro

“El afamado y popular parque Juan Benigno Vela de Ambato no sería lo que ahora es si no fuera por el ecuavóley que allí se juega con tanta pasión y los platos típicos que en él se pueden degustar todos los días”.

Con esta frase tan significativa y descriptiva, Juan Vallejo, más conocido en su círculo de amigos como don ‘garfio’, taxista ambateño de 50 años, hace mención a uno de los parques más conocidos, tradicionales y respetados de la capital tungurahuense.

Él, al igual que por lo menos 100 personas más, en su mayoría hombres, se dan cita todas las tardes en este lugar, ubicado al sur de la ciudad, con el objetivo de practicar una de las disciplinas deportivas más aceptadas en el país, después del fútbol, el ecuavóley.

Quisquís, entre Paccha y Cápac Yupanqui, es la dirección exacta del campo recreacional en mención y donde se vienen jugando desde hace 30 años torneos barriales e interparroquiales de este deporte, con frecuencia semanal.

Inicios y usos

El parque Juan Benigno Vela fue construido hace 3 décadas con el objetivo de dotar a la población del sur de la ciudad de un espacio para caminar, meditar, jugar, nadar, hacer yoga y realizar barbacoas en los espacios adecuados para esta actividad.

Está dividido en 2 partes. En la primera y más antigua, ubicada en el sector antes mencionado, existen canchas de indor, básquet, ecuavóley, caminerías, piscina, espacios verdes, ágora y juegos infantiles.

Dividida por la calle Quisquís, la parte complementaria se ubica en el mirador del barrio Celiano Monge, desde donde se puede visualizar todo el centro de la ciudad. Esta parte es también llamada ‘parque de los enamorados’, pues en su interior existen decenas de arbustos ornamentales que han sido transformados en figuras que evocan imágenes de amor, tales como abrazos, besos, corazones y parejas tomándose de la mano.

Pasión por el ecuavóley

Cuando el reloj marca las 15:00, los vecinos del lugar observan una escena que se repite cada tarde.

Decenas de taxistas de diferentes cooperativas empiezan a parquear sus unidades en la parte externa del parque. Ataviados con ropa deportiva, ingresan a la cancha de vóley con un balón similar al que se usa en el fútbol y con sonoras carcajadas, anuncian 3 horas de deporte y adrenalina pura.

“A más de ser una disciplina deportiva con leyes nacionales, el ecuavóley que aquí se practica es una oportunidad para socializar con los amigos de toda la vida y compartir momentos únicos e irrepetibles”, comenta Miguel Soria, taxista y deportista. Junto a sus 2 hijos varones, quienes también se dedican a la conducción, este ambateño de 65 años es uno de los pocos deportistas que pueden jugar un partido de vóley con la cabeza.

“Don Miky, como se lo conoce, es muy hábil con la cabeza. Después de 2 horas jugando con las manos y muñecas, los partidos se tornan más interesantes pues los tradicionales 6 jugadores que conforman los 2 equipos, se reducen a 4, y llevan la partida usando la cabeza y de vez en cuando, el pie”, manifiesta Juliana Sánchez, la única mujer que asiste a estos encuentros.

En la mayoría de partidas se apuesta y no solo dinero sino también comida. “Aunque nos encanta el voleibol, sin apuesta no hay emoción. Por esta razón nos juntamos en los bordes de la cancha, para ver la emoción con la que se disputan las partidas”, comenta muy emocionado Jaime Salinas, espectador de la tercera edad.

La distracción principal de al menos otros 50 ancianos del sector es esta. Para ellos, la red, la cancha, la pelota, las apuestas y la Güitig, bebida favorita de los deportistas, son elementos con los que se han familiarizado tanto que, según afirman, se les hace difícil concebir la idea de una tarde divertida sin ellos.

Tradición culinaria

Tripas de vaca asadas, tortillas de viento, llapingachos y  mollejas al carbón son los platos típicos que en las afueras del parque se pueden degustar. Entre las expendedoras de estas especialidades se encuentran las esposas de los jugadores de ecuavóley.

“Después de jugar se debe reponer el esfuerzo. Soy esposa de un deportista que se ejercita aquí, y tras 20 años de verlo jugar, decidí que podía sacarle provecho a mi estancia diaria en el parque”, señala Rebeca Vaca, cocinera.

A ella y a sus otras 4 compañeras que expenden los platos antes mencionados, no les hace falta gritar para promocionar la comida que preparan pues los comensales ya las conocen y se acercan a degustar.
Los costos por cada especialidad van desde $ 1 hasta

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