El Danzante y la Huarmi ponen a bailar a Pujilí
Miles de turistas se dieron cita en el “Emporio Musical”, como se conoce al cantón Pujilí (Cotopaxi), a disfrutar de su máxima festividad: Las Octavas del Corpus Christi, cuyo personaje central es el Danzante o Sacerdote de la lluvia, quien acompañado de su Huarmi o esposa danza rememorando la antigua tradición de agradecerle al Dios sol por las cosechas recibidas en el año.
Pasadas las 09:00 de ayer, las alrededor de 70 comparsas nacionales e internacionales dieron inicio a una de las festividades cuyo valor ancestral, folclórico, religioso y cultural la convirtieron en Patrimonio Cultural Intangible de la Nación.
Edwin Guaya, tiene 52 años y ha representado al Danzante durante 17 años consecutivos, “ser el Danzante representa revivir nuestras tradiciones ancestrales, regresar la mirada a lo que fuimos y lo que somos”, comentó, mientras acomodaba en su cabeza el denominado “cabezal”, una estructura de madera adornada con una tela blanca con espejos, monedas y plumas verdes levantadas que representan el triunfo. Además, lleva una camisa y pantalón blanco recubierto por una pechera y delantal adornado con objetos vistosos y con formas triangulares, “representa las diversas formas que le daban nuestros antepasados a la tierra”. Todo ello le costó 120 dólares.
La Huarmi baila y danza junto a su esposo y le provee de agua y panela para que tome fuerzas durante el camino y no desmaye en la trayectoria. Lilia Bustos, quien representó a este personaje, relató que antiguamente el “cabezal” era portado por las esposas en sus espaldas con una sábana especial, pero que la tradición se trasformó y ahora el danzante la porta todo el trayecto. “Ahora nosotras le ayudamos solo cuando es necesario”, dijo.
La Huarmi viste un anaco de colores vivos con enaguas blancas, una faja en su cintura, blusa blanca con diseños florales, huascas de colores y un sombrero, “los colores vivos representan la alegría de la abundancia recibida en las cosechas y por las que se danza de agradecimiento”, explicó.
Alex Tonato, de 17 años, previo al desfile repasaba junto a sus compañeros de comparsa los pasos en los que trabajó durante dos meses. El joven es ya la tercera generación de danzantes de su familia y piensa enseñarle a sus hijos para así mantener viva la tradición. Al son del bombo y del pingullo, el Danzante y la Huarmi se fueron abriendo paso entre las estrechas calles de Pujilí, ante la algarabía de la gente.