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El Telégrafo

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Esta tradición se ha mantenido por más de 80 años en este cantón considerado el más pequeño de la provincia

El caramelo cevallense no pierde el sabor artesanal y los colores de la infancia rural

Manuel Condo y su familia elaboran canastas con la masa de caramelo de 3 colores en el taller artesanal que funciona en el centro del cantón Cevallos, en la provincia de Tungurahua. Foto: Roberto Chávez / El Telégrafo
Manuel Condo y su familia elaboran canastas con la masa de caramelo de 3 colores en el taller artesanal que funciona en el centro del cantón Cevallos, en la provincia de Tungurahua. Foto: Roberto Chávez / El Telégrafo
26 de julio de 2015 - 00:00 - Redacción Regional Centro

Manuel Condo es el prototipo del artesano tungurahuense. De espíritu emprendedor se impone extenuantes horarios laborales diarios, trabaja en familia y es apasionado en lo que hace.

Su taller de 12 metros cuadrados  está situado en un costado del parque Central en el cantón Cevallos.

Dos piedras gruesas en forma de plancha que se calientan a fuego lento, una mesa de madera, una vieja paila de bronce, unas tijeras de jardinería y una máquina metálica que moldea y corta los caramelos son las herramientas de este oficio que empezó hace más de 8 décadas.

Don Manuel, hoy de 83 años, había cumplido 13 cuando abandonó la escuela para ayudar a su madre en la preparación de dulces de panela que luego vendía en las ferias populares, en los mercados y las escuelas de este cantón y de otras jurisdicciones vecinas como Quero, Mocha, Pelileo y Tisaleo.

La fuente del ingreso familiar es la venta al ‘menudeo’ de estas golosinas y para convencer al cliente se oferta el producto en pequeñas fundas de caramelos de azúcar y de miel de abeja, bastones, canastas, chocolatines, bombolines de coco, pájaros y chupetes a un precio de $ 0,50 por unidad.

La vitrina para las golosinas  es una tienda situada delante del taller hacia la calle Juan Manuel Guevara y avenida 24 de Mayo en el barrio del mismo nombre.  

Una faena muy calurosa

Es la tarde del miércoles 15 de julio de 2015. A las 14:00, la familia Condo (abuelos, hijos y nietos) calienta el agua azucarada hasta que se evapora. Entonces comienzan a batir y estirar la pasta de caramelo vigorosamente y por turnos, como si de melcocha de panela se tratara.

El vapor y el ajetreo en el pequeño espacio elevan rápidamente la temperatura. La destreza de don Manuel impresiona. Sabe exactamente cuándo la masa debe estirarse sobre la mesa de madera espolvoreada con harina antes de cortarla en trozos.

Mientras moldea con sus manos y pega las tiras rojas y verdes sobre la masa blanca, se concede un momento para responder preguntas.

A pesar de que su rostro es serio y su mirada esquiva es un hombre jovial y está acostumbrado a la presencia de turistas que llegan cada semana a bordo del autoferro en la ruta del Tren del Hielo II.

“Mi madre hacía melcochas de jugo de caña y yo le sugerí que usáramos azúcar y ahí empecé mi trabajo. Me hice cargo del taller de caramelos que luego entregaba a mi querida ancianita para que vendiera sentadita en las fiestas cantonales”, dice el artesano y su voz se quiebra en un sollozo que le obliga a parar por unos minutos.

El resto de la familia Condo baja la mirada y se mantiene en un respetuoso silencio. Pero la masa no entiende de sentimientos y hay que retomar el trabajo antes de que se endurezca.

Don Manuel seca sus lágrimas a prisa y empieza a hacer hileras que corta con las tijeras para que su mujer las prense en una máquina de metal y madera de donde salen las bolas de caramelo en 3 colores.

Es imposible resistirse a no probarlas. El ambiente entonces se carga de un olor dulce que termina por sosegar el espíritu del artesano que ahora muestra una sonrisa.

“Yo quiero que usted sea mi asistente, porque no todos prestan tanta atención a la historia de mi vida. Mi conocimiento lo estoy transmitiendo a mis 7 hijos y estoy seguro de que continuarán para largo”, asegura don Manuel.

De los artefactos en su taller, el artesano se siente muy apegado a la paila. La compró en Ambato en 50 sucres hace 40 años.

“El artefacto tenía 50 centímetros de alto y yo lo reduje con mis manos. Solo servían las paredes y ahora la utilizo para preparar caramelos con maní y de otros sabores. Me he encariñado con este armatoste”, explica Condo en voz alta y su afirmación hace sonreír a una de sus hijas y a su mujer que trabajan codo a codo con él.

Es una tradición familiar

Mañana Manuel Condo cumplirá  84 años. Este detalle fue informado por su principal ayudante, su hija Patricia, de 47 años.

Ella está detrás de su progenitor en el taller, dispuesta siempre a darle una mano y pendiente de los detalles de cada producto.

“Mi papá solo con el uso de los dedos sabe exactamente cuándo está lista la masa a punto de caramelo para moldear. En ocasiones le añadimos miel y maní. Contamos con un calendario de fiestas populares y en base a eso trabajamos en las cantidades que sacaremos al mercado. No usamos preservantes, solo colorantes naturales permitidos”, explica Patricia.

En esta labor también ayuda María de los Ángeles, una de las nietas de don Manuel.

“Tratamos de que este arte del dulce no se pierda y más bien se mantenga en el tiempo. Trabajamos entre semana y vendemos los sábados y domingos en las fiestas populares especialmente”, manifiesta Patricia.

El taller de los Condo está en pleno centro de Cevallos. Este cantón es uno de los más pequeños de Tungurahua y de Ecuador. En la última década, los cevallenses (más de 9 mil) tomaron la decisión de cambiar la dirección de su desarrollo agrícola, afectado por las continuas reactivaciones del volcán Tungurahua.

Fue así como buscaron otras opciones de trabajo como la manufactura de calzado y la repotenciación de los servicios turísticos con la apertura de restaurantes, huertos, hoteles y locales comerciales.  

La Empresa de Ferrocarriles Ecuatorianos mantiene la ruta denominada Tren del Hielo II que es un recorrido de 43 kilómetros (ida y vuelta) entre Ambato, estación de Urbina, Cevallos y Ambato.

El abordaje se realiza en la estación de Ingahurco (Ambato) a las 08:00 los viernes, sábados, domingos y feriados. El viaje es en autoferro con capacidad para 32 personas. El retorno es a las 16:45. El taller de Condo es uno de los sitios que son arte de los recorridos semanales. (I)

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