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El Telégrafo
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El barrio San Martín fue parte de la época dorada del calzado

Desde varios puntos de la “Sultana de los Andes”, la Casa Calero es notable. Sin duda fue parte de los tiempos de gloria económica de la Ciudad de las Primicias.
Desde varios puntos de la “Sultana de los Andes”, la Casa Calero es notable. Sin duda fue parte de los tiempos de gloria económica de la Ciudad de las Primicias.
16 de marzo de 2014 - 00:00

Los habitantes del barrio San Martín viven cerca de uno de los edificios emblemáticos de la “Sultana de los Andes”. Al verlo,  los   turistas  creen que es un castillo por su arquitectura singular y por hallarse   en la zona alta de la planicie.

Ese inmueble es conocido como la Casa Calero y está ubicado  junto al hospital del Seguro Social, en la calle Chile. En los años 20  formaba parte de una de las empresas más grandes que  progresaron en esta ciudad.

Las paredes encierran parte de la historia de la próspera Riobamba, pues fue una de las primeras fábricas que se asentó en la urbe.

La gente quería invertir allí, atraída por el  progreso que trajo el ferrocarril. Uno de los emprendedores  fue Evangelista Calero, oriundo de Guaranda (Bolívar).
Su empresa se fundó en Guayaquil en 1923, pero un año después se trasladó a lo que hoy es el barrio San Martín.

Fue así como la empresa Calzado Calero abrió sus puertas  en Riobamba el 28 de octubre de 1924. A la ceremonia asistieron accionistas de la empresa y el gerente de Diario EL TELÉGRAFO de ese entonces, José Santiago Castillo.

El negocio arrancó motores en solitario, no había casas en su entorno. De ahí a que ocupaba vastas extensiones de  terreno y estaba cerca de la línea férrea. Muchos creían, hasta hoy  que era una hacienda.

Los zapatos se fabricaban a mano y se decía que les tomaba 5 minutos hacerlos. Luego se vendían  en un almacén céntrico que se llamaba igual  en las calles Primera Constituyente y Colón.  
Según el libro ‘Riobamba, Chimborazo y su gente’, esta factoría benefició mucho a la capital provincial porque empleaba a cientos de personas. Su éxito fue tan grande que los zapatos Calero se calificaron como los mejores del país. Incluso los zapateros más expertos acudían a ese sitio para adquirir materiales.

La distribución de sus productos se extendió a todo el Ecuador y al exterior.
Gladys Asqui, de 65 años,  recuerda con claridad cuando su madre le compraba zapatos Calero.

“Eran  más caros que otros. Mi mamá me decía que le costaban  20 sucres. Eran muy bonitos y cómodos, todos conocían la marca  y acudían al almacén del centro. En fotografías antiguas se puede observar el letrero que cuelga de un poste en la calle. Fue una empresa muy importante y que generó desarrollo”, señaló.

El libro ‘Palabra, imagen e historia’ señala que a Evangelista Calero se lo calificaba en el diario El Demócrata de Guayaquil, como el  “Rey del Calzado en Ecuador”. También  se realizaban caricaturas de él sobre un auto en forma de zapato y con la frase:  “a las mujeres les encanta que las pise uno que use calzado Calero, la marca que no se discute”.

Sin embargo, este éxito no llegó a los años 60. Su propietario falleció en 1954, la empresa tuvo problemas laborales y económicos y se  cerró en 1958.

En la actualidad,  la Casa Calero continúa intacta en el barrio San Martín y es parte del patrimonio urbano. Ahora funcionan en ese inmueble las oficinas de jubilación del Seguro Social.
Alrededor de esta, se encuentran también otras  entidades públicas, empresas, gasolineras, hoteles e incluso el tren continúa su recorrido por ese sector.

Desde varios puntos de la “Sultana de los Andes”, la Casa Calero es notable. Su arquitectura se aprecia en la zona alta de  Riobamba.  
Sin duda fue parte de los tiempos de gloria económica de la Ciudad de las Primicias.

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