El aviturismo, una fuente de empleo en Tungurahua
Cientos de buscadores de tesoros y aventureros se han internado entre los pliegues y planicies de los Llanganates, para buscar fama y fortuna. Pero lo que sí es seguro es que el lugar ofrece a sus visitantes una riqueza sin igual en flora y fauna. La cordillera es el hogar de una impresionante biodiversidad representada en miles de plantas, mamíferos, reptiles, anfibios, hongos y demás elementos naturales, muchas veces desconocidos.
En ese lugar es posible encontrar alrededor de 350 especies de aves, entre residentes y migratorias, que cubren día a día los bosques, páramos y humedales. Entre ellas se encuentran las impresionantes águilas andinas, veloces halcones, el colorido tucán andino, tangaras y fruteros, escondidizas pavas, soterreyes y tapaculos, según lo describió Adrián Soria, técnico de la fundación Aves y Conservación.
Es precisamente esta riqueza lo que ha motivado que en ese sitio se pongan en marcha proyectos de Aviturismo, que son ejecutados por Aves y Conservación con el apoyo de BirdLife International, el Neotropical Migratory Conservation Act (NMBCA) y Jensen Charity Foundation, en los cantones de Patate, Píllaro, Baños y Salcedo.
Este trabajo se hace de modo conjunto con las autoridades locales y con los habitantes de las comunidades en busca de la conservación de los recursos naturales locales a través de la implementación de acciones de conservación y de alternativas económicas sustentables.
Para ello se ha brindado capacitación a 120 personas en cursos de identificación de aves, talleres sobre recursos naturales y educación ambiental. “Pero la capacitación es solo una parte de este proceso, porque lo que buscamos es el empoderamiento de la capacidad de gestión ambiental de los actores locales”, manifestó Soria.
Un empoderamiento que busca otorgarles una fuente de ingresos distinta con la implementación de la Ecorruta Kuri Pishku, que ya fue aprobada por el Ministerio de Turismo (Mintur) y es la ruta más grande de aviturismo que cubre a las provincias de Cotopaxi y Tungurahua, justo en los límites del parque Nacional Llanganates. Va desde Yambo (en Salcedo), pasando por Píllaro, Patate, hasta llegar a Río Verde y Río Negro, en Baños.
La ruta cuenta, al momento, con 12 senderos habilitados y el Ministerio de Turismo ha efectuado una inversión de 60 mil dólares para el trabajo de señalética. “La ruta completa se estima que podrá estar lista en cuatro años, pero contamos ya con senderos habilitados donde se está haciendo observación de aves”, sostuvo Soria
En dichos senderos, los guías son los propios habitantes de las comunidades, que dejaron de ser cazadores para ser promotores de aves y conservación.
Ese es el caso Sergio Niquinga. “Yo salía al campo con mi familia e íbamos a cazar, depredando la naturaleza. A los 15 años me fui para Quito, y cuando regresé en el 2008 y 2009 empecé el curso de conservación y me fui involucrando con la comunidad. Ahora coordino las actividades en educación ambiental y hago guianza”, sostuvo.
El guía enfatizó que otros jóvenes de su comunidad, quienes antes migraban a ciudades como Quito o Guayaquil, hoy pueden tener otra fuente de ingresos que les permite quedarse en su propio pueblo. “Para qué salir; no tiene sentido. Ahora, a más de la agricultura, nosotros manejamos el registro de aves y estamos aportando a nuestra comunidad y al país, con nuestros conocimientos, desde nuestra propia casa”, dijo Niquinga.
Gracias a este proyecto, el cantón Patate cuenta con el primer sendero comunitario de aviturismo que recibe a turistas estadounidenses y europeos, en su mayoría. “El aviturismo en Ecuador es nulo todavía. En otros países alcanza un gran nivel de promoción porque es una actividad no depredadora. Pero el Mintur está apostando a esta nueva idea”, subrayó Soria.