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El Telégrafo
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El ancestral proceso asegura cosechas abundantes y recicla troncos antiguos

El ancestral proceso asegura cosechas abundantes y recicla troncos antiguos
23 de agosto de 2014 - 00:00

La técnica del injerto es una práctica popular entre granjeros comerciales, tanto desde el punto de vista del beneficio económico como del de su conveniencia. Los agricultores también utilizan injertos para crear ejemplares únicos de plantas, como en el caso de la manzana. Uno de los injertos más populares en Ambato es el que se aplica a un tronco o base de una rama grande de manzana  de la clasificación Gala con una perteneciente a la familia Fuji, más conocida como roja. En este caso, la técnica se realiza entre agosto y septiembre, pues en este lapso existe una temperatura entre los 18 y 25 grados, ideal para facilitar el acople de las ramas frescas de la Gala en el árbol de una Fuji. Un ligero florecimiento de esta especie, después de aplicado el injerto, se produce a los 30 o 35 días. Los cuidados que el agricultor aplica en la nueva rama van desde la exposición diaria a una o dos horas de sol, abonado orgánico semanal, limpieza del tronco del árbol hasta la aplicación directa de nutrientes necesarios para la germinación de la especie, en barra aplicada directamente en la base del árbol. Algunos árboles terminan desarrollando mayor resistencia a las enfermedades y condiciones adversas que otros. Tanto la resistencia a la enfermedad como la fortaleza se transfieren del portainjerto (la planta desde la que se injerta) al injerto (la planta que se pretende propagar). Los árboles que provienen de gajos maduran más rápidamente que los demás árboles, por lo que sus flores y frutos florecen mucho antes. El injerto puede utilizarse para hacer que las plantas sean más grandes o más pequeñas de lo que debían ser genéticamente. Es importante resaltar que el injerto solo es posible entre especies más o menos estrechamente relacionadas, puesto que de otro modo los tejidos resultan incompatibles y la conexión vascular necesaria para la supervivencia de la variedad no se realiza. Normalmente el límite está dado por la pertenencia a un mismo género, aunque existen excepciones; géneros emparentados, como es el caso del abridor con el durazno, que difieren solamente en el tamaño y cantidad de agua que la pulpa de ambas frutas presentan. Del mismo modo, los injertos pueden utilizarse para cultivar variedades con requerimientos relativamente estrictos en materia de nutrición sobre pies más rústicos. Esta práctica es generalizada en el caso de los cítricos, en que se utilizan pies capaces de sobrevivir en suelos pobres, como la mandarina espinosa, cultivada en el cantón Patate, y la mandarina amarga, cultivo típico de Pastaza. Además de esto, el uso de injertos permite acelerar la madurez reproductora de plántulas seleccionadas, aprovechando la madurez del pie. También permite iniciar nuevas plantaciones injertando ramas adultas en pies ya establecidos. Las ramas adultas conservan su edad y producen fruto fresco.

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