Su ubicación es inmejorable, entre la cadena montañosa andina y las llanuras del altiplano, allí existen lagunas, páramo, bosques, vegetación y fauna exclusiva, senderos ecológicos y cascadas
Devoción, empeño y guitarras son el sello de Tisaleo
Una de las festividades más fascinantes, folclóricas y sincréticas de Ecuador tiene su origen en un pequeño pueblo de Tungurahua.
Se trata del Inga Palla, celebración que mezcla creencias de la religión católica, animismo sudamericano y tradiciones precolombinas del pueblo Panzaleo, cuya efervescencia enciende cada octubre la algarabía y consagración en Tisaleo, segunda población más pequeña de la provincia.
Esta localidad, ubicada al suroccidente de Ambato y de apenas 60 kilómetros, además de ser la sede de esta fiesta, es parte fundamental de la ruta turística de Tungurahua. Su ubicación, junto a la cadena montañosa andina y cercana a las llanuras del altiplano, la convierte en el destino ideal para los amantes del turismo rupestre.
Las opciones de diversión en este lugar son varias. Los visitantes pueden pasear en caballo por los páramos, caminar y respirar el aire puro en los bosques andinos, visitar lagos, practicar ascenso de montaña, probar la gastronomía e ir a las granjas ecológicas donde se cultivan sin químicos productos agrícolas.
Además se puede visitar los talleres donde, desde hace décadas, se fabrican artesanalmente guitarras, instrumento símbolo de Tisaleo. Por estas y otras razones, cada año llegan a esta localidad miles de visitantes de todos los rincones del país, y de vecinas naciones como Colombia, Argentina, Venezuela, Brasil, Estados Unidos y Europa.
Datos del cantón
Tisaleo tiene una población de 12.137 habitantes y se ubica a 3 mil metros sobre el nivel del mar. La población se compone de 2 parroquias, la cabecera cantonal y Quinchicoto, donde se puede disfrutar de la mayoría de actividades antes descritas.
La temperatura promedio es 16 °C. La feria mayor se realiza cada domingo en la plaza de la cabecera cantonal. Como la mayoría de cantones de la Sierra centro, la economía de Tisaleo se basa en el cultivo de papa, maíz, mora, fresa, manzana, pera, haba, arveja, acelga, col, lechuga y demás productos agrícolas de climas fríos.
Otra actividad a la que se dedican los tisaleños es la cría de ganado vacuno, porcino, caprino y lanar. También existe una creciente tendencia de cría de especies menores, como cuy y conejo, animales que forman parte de la gastronomía local. Para acceder al cantón se debe tomar la carretera que conecta Ambato con la capital chimboracense.
Una colorida guitarra gigante en el kilómetro 14 marca la entrada a Tisaleo. El camino es asfaltado, tiene 2 carriles bidireccionales y cuenta con señalética.
La belleza del cantón se aprecia desde la entrada. Las casas de adobe y teja que aún quedan en pie dan fe de la antigüedad e historia de la fundación de esta ciudad.
Pese a haber sido establecida como una de las poblaciones más importantes de Tungurahua en 1892, Tisaleo consiguió su cantonización hace apenas 28 años, tras más de un siglo de formar parte de los cantones Cevallos, Mocha y la parroquia Montalvo, de Ambato.
De igual forma los cultivos de cebolla, frutilla y pera adornan el acceso al centro poblado con hojas de diferentes tonalidades y, a la vez, demuestran al visitante el potencial agrícola que por décadas caracterizó y se mantiene en el cantón.
Manuel Núñez, uno de los ancianos más conocidos del pueblo, descansa y toma el sol a diario en el parque central. Allí, junto a 3 contemporáneos, de 83 y 85 años, da la bienvenida a los visitantes con una breve reseña histórica del cantón.
“Una de las características de Tisaleo es su gente amable. Cada día llegan visitantes del país y nosotros somos los ‘guías’ voluntarios. Muchos de ellos vienen a rezarle a Santa Lucía, patrona del pueblo y protectora de sus devotos en todo el mundo y a probar la fritada de ‘mamá Fanny”, asegura el anciano.
Tras una carrera ferroviaria de 30 años, don Manuel está jubilado y su entretenimiento favorito hoy por hoy es hablar con la gente y contar historias sobre la evolución y desarrollo del cantón.
La fiesta del Inga Palla
Una de esas historias es justamente el origen de la fiesta mayor del lugar: el Inga Palla. “Esta celebración es una personificación hecha por los habitantes de Tisaleo de la conquista del territorio americano por los invasores ibéricos. Tiene lugar el tercer lunes de octubre y recrea la batalla entre las tropas españolas y los indígenas liderados por el cacique Tisaleo que trataron de evitar el avance de los europeos hacia el Reino de Quito”, indicó Núñez.
El anciano, quien además es conocido en el cantón por organizar los campeonatos de los tradicionales juegos ‘bolas de acero’ y ‘planchas’, mencionó que la celebración simboliza el inicio del cristianismo en territorio americano.
El encuentro tiene lugar en el parque central del cantón, donde los capitanes, generales y rebeldes indígenas son los principales personajes de la confrontación, que cada vez parece más real.
Aquiles Naranjo, párroco de Tisaleo, señaló que cada año es mayor la participación de los vecinos y turistas en el Inga Palla. “El culto a Santa Lucía cada vez cobra más fuerza en el país. Hace 20 años, Tisaleo recibía en octubre un aproximado de 5 mil devotos, ahora este número se ha quintuplicado, pues en 2014 llegaron unas 20 mil personas”, dijo.
Tras la representación del enfrentamiento entre ibéricos e indígenas, en la basílica del lugar se adora y agradece a santa Lucía.
En la puerta del templo, niños vestidos de ángeles dan plegarias y solicitan favores a la santa. Los capitanes y priostes de la fiesta entregan presentes a la imagen de la Virgen e invitan a los presentes a sus viviendas, donde los convidados pueden comer, beber y bailar.
Además del Inga Palla, los turistas van a Tisaleo para descansar y meditar. Los senderos ecológicos de la vía a Santa Rosa y El Calvario son los escenarios perfectos para realizar caminatas sin distracciones.
“El lugar es poco transitado, por lo que los deportistas suelen caminar descalzos sobre el césped y meditar”, señaló Marcelo López, vecino del lugar.
Los visitantes suelen hospedarse en el Hotel Sta. Lucía y la Hostería Sierra Bella, donde además existen piscina, bar y restaurante. (I)
El precio de los platos varían entre $ 1,50 y $ 2,50
Fritada y seco de gallina también son parte de la tradición culinaria del lugar
Quien va a Tisaleo tiene una gran variedad de platos típicos para degustar. Los restaurantes ofertan cuy, conejo y borrego en diferentes presentaciones.
La oferta gastronómica del cantón se completa con la deliciosa y tradicional fritada andina y el seco de gallina criolla. Este último está presente en el menú de casi todos los restaurantes del Tisaleo. Uno de ellos es Restaurante Casa del Sol y Delicias al Paso. Berta Martínez, propietaria de este último, destaca la importancia de este plato dentro de la tradición culinaria del cantón.
“Pertenezco a la cuarta generación de propietarios de comedores populares de la ciudad. Este plato, según me contaba mi abuela, nació debido a que en el sector existían muchos criaderos de gallinas criollas, un variedad de ave que se destaca por su intenso sabor, y abundantes cultivos de hortalizas y verduras, ingredientes básicos del seco”, dijo.
Pese a que todos los días se prepara y expende esta especialidad, los lunes y viernes, días de la feria más grande del cantón, existe gran demanda. El precio del plato es de $ 1,50 y $ 2.
Otro de las especialidades gastronómicas de Tisaleo es la fritada. Allí existen al menos 5 picanterías en las que a diario acuden comensales de toda la provincia para probarla.
Rosa América, dueña y cocinera en uno de estos comedores, explica la cantidad de comida que se expende los fines de semana.
“Una tradición de Tisaleo es la práctica de vóley. Cada viernes y sábado se realizan torneos de este deporte, en el cual juegan jóvenes y adultos de todos los caseríos. Tras el juego, es tradición que los deportistas vengan a servirse un platito de fritada, valorado en $2, 50. Un fin de semana normal se expenden cerca de 5 cerdos enteros”, señaló. (I)
Las guitarras y requintos han sido exportados a Rusia, China y Japón
150 instrumentos de cuerda se elaboran cada semana en los talleres de Tisaleo
Tisaleo es conocida a escala nacional como ‘la tierra de las guitarras‘. Los hábiles artesanos del lugar se han destacado durante décadas por su destreza para convertir un trozo de madera en una hermosa guitarra, instrumento que ha sido importado a Rusia, China, Japón y muchos otros países lejanos.
Según cifras municipales, a la semana se fabrican unos 150 instrumentos de calidad y de precios accesibles.
José Yugcha, ebanista de 49 años, es uno de los reconocidos artesanos. En su taller, ubicado cerca del centro poblado, se guarda una larga tradición ebanista.
“Soy bisnieto de uno de los primeros ebanistas en alcanzar el reconocimiento nacional por su destreza en trabajos con madera. Mis abuelos, padre, hermanos, primos y yo, continuamos con esta pasión familiar gracias a la cual hemos podido subsistir. Ojalá nuestros nietos continúan con esta actividad y no se pierda pues ha sido, junto a la agricultura y ganadería, una importante actividad económica en la provincia”, dijo.
Él cuenta que el primer paso para elaborar una guitarra o requinto es adquirir la madera adecuada, cedro roble, y hacer secar el material en el sol por lo menos por siete días. “Tras este proceso se define la forma de la guitarra en el trozo de madera, para luego cortarlo y aplicar los detalles y guaraguas deseadas”, agregó. Sus 3 hijos así como su esposa le ayudan en esta tarea.
El proceso de elaboración de un requinto dura aproximadamente 15 días, el trozo de madera con el que se trabaja mide aproximadamente 60 centímetros de largo por 45 de ancho.
Varios tipos de guitarras son fabricadas en este y otros talleres de Tisaleo. Allí además se fabrican charangos, guitarras clásicas, acústicas y electroacústicas, el precio varía según el material que se utiliza en la elaboración. Los precios pueden variar según los detalles que se pongan en cada instrumento, y van desde los $ 50 hasta los $ 900.
“Todos los maestros ebanistas piden a los clientes las características deseadas en la guitarra o requinto. El modelo es estándar pero el tamaño, color, guaraguas y acabados son sugeridos por quienes pagan por el instrumento”, asegura Roberto Masabalín, otro conocido artesano.
Este ebanista de 67 años manifiesta algo curioso. Asegura que la mayoría de maestros confeccionistas no saben entonar los instrumentos que fabrican, tan solo tienen conocimientos básicos de música.
“Es curioso pero muchos de mis colegas no saben tocar los instrumentos de cuerda que confeccionan. En más de una ocasión han venido a mi taller para que les ayude afinando las cuerdas, pues yo sí aprendí a entonar los requintos en mi infancia”, añade.
Los pedidos de elaboración de estos instrumentos inician en julio, 3 meses antes de la fiesta de Santa Lucía, que tiene lugar en octubre.
En torno a esta actividad giran otras actividades, como la maderera, comercialización de cuerdas, vitelas, forros plásticos y otros complementos de las guitarras. Los ebanistas ya tienen definido sus proveedores, por lo que resulta más fácil conseguir estos materiales.
“No es de extrañar que grandes camiones lleguen al cantón una vez al mes. Pertenecen a los proveedores que vienen de ciudades grandes, como Guayaquil, Manta y Quito, en las que la comercialización de complementos e ingredientes musicales es grande”, señaló Francisco Benítez, propietario de un taller de ebanistería.
Él, al igual que la mayoría de sus colegas, aprendió el oficio en la fábrica de su padre, en el que se han formado al menos 30 artesanos que hoy trabajan en todo el país.
“Muchos de nuestros paisanos han salido a trabajar en Guayaquil, Cuenca, Quito, Ibarra y otras importantes ciudades donde la tradición musical está regida por las guitarras. Incluso a uno de ellos le hicieron un reportaje en la revista Gatopardo, de Colombia, en 2010, pues lleva viviendo y laborando requintos en Guayaquil por más de 50 años”, asegura Benítez.
Nombres como Mario Salinas, Fernando Culqui, Santiago Carvajal, Segundo Martínez y Saúl Núñez, son muy conocidos en el sector, pues ellos son los maestros ebanistas más famosos que Tisaleo ha tenido.
Pese a que nadie en Tisaleo sabe a ciencia cierta cuándo empezó la actividad ebanista, la mayoría de tisaleños coinciden en que lleva más de 100 años en el cantón.
Rodrigo Garcés, alcalde de Tisaleo, destacó la importancia de esta actividad para el progreso de los 12.137 habitantes.
“Nuestro cantón se caracteriza por ser uno de los más productivos de Tungurahua y la región centro. La agricultura, ganadería y labor artesanal son actividades que por muchos años han sido el soporte económico de las familias. Las guitarras son la insignia de Tisaleo y una muestra del trabajo arduo y sacrificado que día a día realizan los ebanistas en sus talleres. Por esta razón a nivel nacional se nos reconoce como los mejores ebanistas de la Sierra”, dijo Garcés. (I)