Cooperativas, fuente de empleo
En las avenidas Cevallos y 12 de Noviembre y la calle Juan Benigno Vela, en el centro de Ambato (Tungurahua), se encuentra la mayor parte de cooperativas de ahorro y crédito de esta ciudad.
Algunas de estas entidades tienen grandes edificios, que superan los cinco pisos, otras se acomodan en un pequeño espacio de 20 metros, donde solo hay dos cajas de atención al público y la oficina de la gerencia.
Es común mirar en una sola cuadra, por ejemplo, en la avenida 12 de Noviembre, tres cooperativas juntas. Según Luis Alfonso Chango, gerente general de la cooperativa indígena Mushuc Runa, el auge de este tipo de entidades empezó a raíz de la crisis bancaria de 1999.
En Tungurahua el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), a través de la Dirección Nacional de Cooperativas, tenía registrado para el 2002 apenas unas 16 cooperativas. Ahora serían muchas más. La Superintendencia de Economía Popular y Solidaria estima que hay 230 solo en la provincia.
Chango señala que al inicio las entidades cooperativistas nacieron para brindar oportunidades a la gente del sector indígena, ya que en los bancos los calificaban “como sujetos de crédito de alto riesgo, poco confiables y no rentables”.
Pero, hoy el panorama cambia y para Chango el crecimiento del cooperativismo se debe a que el sector indígena está más preparado, pero no cuenta con una opción de empleo. “Hoy los pueblos indígenas están generando autoempleos, están más preparados, pero no tienen dónde trabajar, entonces crean una cooperativa para autosostenerse y ese es su emprendimiento”, confiesa el titular de Mushuc Runa.
Esta proliferación de cooperativas, que están al margen del sistema bancario, se presenta en toda la región centro del país, en Cotopaxi hay 43 cooperativas de Ahorro y Crédito, que estarían reguladas y que cumplirían con los parámetros de creación y funcionamiento, pero existe un número aún no definido de entidades que no están reguladas.
Reportes del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) indican que en el cantón Salcedo hay un total de 42 casas financieras entre cooperativas de ahorro, crédito y bancos, algunos regulados y otros no.
Patricia Narváez, jefe de agencia de la Cooperativa 29 de Octubre, considera que desde hace dos años atrás las pequeñas cooperativas de ahorro y crédito empezaron a proliferar. Esto -argumenta- que significó para la disminución de clientela para la entidad financiera. La Cooperativa 29 de Octubre viene funcionando 46 años en diferentes lugares del país. Asegura que goza de un buen nivel de aceptación.
“Las cooperativas informales dañan el mercado, pues es una competencia desleal debido a que estarían entregando tasas de interés mucho más altas en los plazos fijos, pese a que nosotros también pagamos tasas altas en comparación con los bancos; sin embargo, los clientes, que no están bien informados, deciden acudir a estas cooperativas sin garantías”, explica.
En la provincia de Pastaza donde mayoritariamente se han instalado sucursales de cooperativas de otras provincias, sus socios en varios sectores menos pudientes consideran que estas entidades crediticias les sirven de apoyo en situaciones emergentes y que son la base para su economía, ya que el acceso a los bancos sigue siendo limitado en este sector.
Según Hugo Jácome, superintendente de Economía Popular y Solidaria, el sector cooperativo en el país maneja alrededor de 6.000 millones de dólares en activos relacionado con ahorro y crédito.