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Chasignato, ejemplo de gestión

Un camión recolector descarga la basura, mientras que un tractor distribuye las cargas, en forma de terrazas. Foto: ROBERTO CHAVEZ |  El Telégrafo
Un camión recolector descarga la basura, mientras que un tractor distribuye las cargas, en forma de terrazas. Foto: ROBERTO CHAVEZ | El Telégrafo
30 de marzo de 2014 - 00:00

Ambato cuenta con uno de los mejores rellenos sanitarios del país. Se trata del Complejo Ambiental Chasignato, ubicado en el km 2 de la vía a Píllaro.

Esta  quebrada, que hasta 2004 permaneció en estado natural,  fue tomada en cuenta por la actual administración como una solución a las 170 toneladas de basura que hasta ese entonces producía la ciudad.

A partir de esta fecha, las 18 hectáreas que componen el complejo  están equipadas para recibir los desechos de Ambato y darles el tratamiento necesario para evitar la contaminación del agua subterránea y del ambiente.

La geomembrana que cubre el fondo de la quebrada, los drenes horizontales y los verticales, son los implementos instalados para cumplir este propósito.
Rodrigo Acosta, responsable del complejo, explicó la diferencia entre   un botadero a cielo abierto y un relleno sanitario.

“En un botadero común y corriente, la basura es arrojada sin control ni asesoría técnica, de tal manera que se forman montañas desmedidas de basura.  Un    relleno sanitario, en cambio, es aquel lugar destinado para el depósito de desperdicios, con asesoría de profesionales en gestión ambiental y con implementos  que cuiden el suelo y el aire de la contaminación, como es el caso de Chasignato”, dijo.
El técnico añadió que  los  drenes horizontales son los encargados de captar los lixiviados, líquido que se genera por la descomposición de la basura.

Por otra parte, los drenes verticales se encargan  de captar los gases tóxicos que se producen por la descomposición de los desechos, tales como  metano, dióxido de carbono y Co2.

El complejo cuenta con una planta propia de tratamiento para estos líquidos, así como un laboratorio de análisis que mide la toxicidad del suelo y ambiente.

Una de las funciones de esta planta es precisamente bajar la carga de tóxicos de los lixiviados, mediante procesos anaeróbicos.

Por otra parte, doce fumarolas repartidas por el lugar queman el exceso de gas que se produce en el suelo. 

En la actualidad se depositan en el relleno, un aproximado diario de  245 toneladas de basura.

Celdas especiales

Otras herramientas con las que cuenta el relleno son dos celdas subterráneas que albergan material peligroso y altamente contaminante. En la primera, se depositan pilas y baterías pequeñas.

En la segunda, se recepta específicamente desechos producidos en hospitales y clínicas de  la ciudad.

La vida útil del relleno sanitario terminaría en tres años, según los técnicos. Al momento se estudia la posibilidad de habilitar otro, en la parroquia Cunchibamba.

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