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Carlos Sánchez cumplirá 15 años atento al volcán

Carlos Sánchez cumplirá 15 años atento al volcán
10 de febrero de 2014 - 00:00

Carlos Sánchez empieza su día con una plegaria, el recuerdo de la sonrisa de su esposa, la bitácora cerca y el deseo de velar por el bienestar de sus coterráneos.

Lleva 14 años como vigía del volcán Tungurahua, desde la estación de monitoreo Ventanas, situada a escasos tres kilómetros en línea recta del coloso y a 12 km de la ciudad de Baños de Agua Santa.

Su desayuno es una taza de café bien caliente y dos panes ambateños. La misión que tiene es analizar e informar al Instituto Geofísico (IG) y a la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos (SNGR) sobre los cambios en el comportamiento del volcán.

Este baneño de 65 años, en septiembre cumplirá 15 años como atalaya del coloso. Lo motiva el bienestar de su familia, que reside en Baños y la seguridad de los tungurahuenses.

Sánchez trabajó más de 20 años en la Empresa Eléctrica de Ambato. Por eso sabe de aparatos eléctricos y energías renovables. Este conocimiento le ha sido muy útil para manejar equipos de medición de la actividad volcánica.

 

Es amigo de las caminatas para observar si la niebla ha caído, respirar aire puro y meditar.

A 2.260 metros de altura el frío es intenso. A pesar de que se humecta cada mañana, la piel de sus manos y la de su rostro están curtidas.

Una gorra roja, bufanda, suéter, botas de caucho y el radio transmisor forman parte de su atuendo.

Es amigo de las caminatas que le permiten observar si la niebla ha caído, respirar aire puro, meditar y despejar su mente. Entre sus tareas están la colecta de ceniza caída por la noche o madrugada; pesarla, analizar el grosor y el color del material y enviar la información al IG.

También, mide la toxicidad de los gases del cráter con la ayuda de un sensor de aire, estudia la actividad sísmica con un panel de medición de movimientos telúricos y ausculta los ruidos volcánicos y subterráneos.

Eduardo Martínez es conductor turístico y semanalmente lleva a esa estación 30 visitantes. Opina que Sánchez es muy riguroso y detallista en su labor. “Tiene celo de científico cuando mide y analiza muestras”.

Junto a su vivienda está uno de los atractivos más visitados de Baños: la Casa del Árbol. Una edificación pequeña de madera, ensamblada a 10 metros de altura entre las ramas.

De esta cuelga un columpio al filo de una profunda quebrada que es una tentación para dultos y niños.

 

Su experiencia de 20 años en la empresa eléctrica, le permite manejar equipos para vigilar al coloso.

“Cada vez que converso con él, me doy cuenta de su nivel de positivismo y su mentalidad optimista”, manifiesta Sandro Chachipanta, guía turístico de Baños.

Otra anécdota interesante que tiene para contar a sus nietos y a los turistas, es el acercamiento de ovnis al volcán. Desde la casa del árbol, son varias las ocasiones que afirma ha podido observar estos platillos de tamaño considerable, forma alargada y color gris, que circundan el coloso y dan paseos por el cráter.

“El motivo por el cual se acercan al volcán no lo sé, pero según he leído en reportajes, estas naves se alimentan de energía. Qué mejor sitio para absorberla que el volcán” dice.

Ni la presencia de estos objetos, ni el peligro de la actividad volcánica ni la soledad de la noche, han hecho que Carlos desista de su labor. Sus allegados y amigos le han bautizado como “Los ojos del Volcán que nunca duerme”.

La Casa del Árbol es un mirador visitado por turistas y desde el cual se vigila al volcán.

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