Su nombre no aporta mayor información sobre la importancia que tiene la parroquia Benítez para la economía de Tungurahua.

Desde hace cinco años, este poblado rural del cantón Pelilleo se convirtió, sin que muchos lo sepan, en el bastión de la manufactura de pantuflas, sandalias, plataformas, suecos, barbuchas y la siembra de fresas.

Sus productos son muy apreciados a nivel nacional, especialmente en cadenas comerciales de Guayaquil, Cuenca y Quito.

No hay datos exactos al respecto, pero quienes se dedican a estas actividades cifran en más de un centenar los pequeños fruticultores y en media docena, los fabricantes de pantuflas que allí trabajan.

La carretera que conecta Ambato con Pelileo y Baños de Agua Santa no revela nada sobre Benítez. Excepto su nombre escrito en un letrero con letras blancas en un fondo verde. Y eso es todo.

Pero, si el conductor aguza su visión puede notar que al desviarse a la derecha en el sector de la Coca Cola, después de Totoras y antes de Salasaca, hay un poblado enmarcado por caminos asfaltados, casas antiguas con tejas y paredes de tapial.

Es un pueblo tranquilo de agricultores, barrido continuamente por los vientos fuertes. En ese sitio, se destacan también las construcciones modernas con portones y cercas electrificadas.

El poblado se originó de la hacienda de los Albornoz y Sevilla. En el pasado se lo llamaba Pachanlica.

Los letreros revelan marcas de artículos y empresas que no dejan de sorprender a los viajeros, pues ofertan pantuflas, barbuchas y sandalias para adultos, infantes y jóvenes con diseños y colores modernos, que se exhiben en centros comerciales de las grandes urbes y que nadie imaginó que se manufacturaran en esa parroquia.

Danny Torres, administra la fábrica CMOriginal, que empezó hace 35 años. “Mi padre, Hugo Torres, aprendió en empresas de calzado y con mi madre, Marcela Garcés, emprendieron en este oficio. Hoy, producimos 2.500 pares a la semana con la mano de obra de 22 personas. Nuestro mercado principal es el país y trabajamos con DePrati, Megamaxi, Etafashion y otros. El apoyo del Gobierno fue fundamental, con las salvaguardas comerciales. Este factor nos ha vuelto más eficientes y nos preparamos para exportar”, aseguró Torres.

Cerca de allí se destacan las plantaciones de fresas. Alexandra Moreno cuenta con cinco canteros en San Blas. “Tengo 12.500 plantas e invertí 8.000 dólares. Cosecho dos veces por semana y saco a la venta 20 canastos que se comercializan entre 36 y 28 dólares en el Mercado Mayorista”, dijo.