Arte de los Chibuleos trasciende fronteras (Galería)
Sairy Túpac Lligalo Malisa, indígena de 49 años y oriundo de la etnia Chibuleo, es un personaje muy conocido en su natal Ambato. Su habilidad para pintar sobre papel, lienzo, madera, metal o cualquier otra base, lo han hecho famoso pues sobre estos materiales lleva plasmando la imagen del pueblo aborigen del Ecuador y América Latina, desde hace más de 24 años.
Él es uno de los hombres más notables de la nacionalidad Chibuleo, población ubicada a 3.174 metros sobre el nivel del mar y a media hora de la capital tungurahuense, junto a Nazario Caluña, Juan y José Lligalo, reconocidos líderes de la comunidad, y al menos 6 dirigentes de cooperativas indígenas radicadas en el centro de la urbe.
Dice haber heredado el talento pictórico de su abuelo paterno, Nicolás Lligalo, quien desde su niñez le inculcó el amor por la pintura y la naturaleza, elementos que conjuntados dan como resultado sus coloridas obras, caracterizadas por rostros de chamanes en trance, fiestas y bailes tradicionales y un sincretismo entre el catolicismo y las creencias animistas de la etnia.
La educación inicial la recibió en su ciudad de origen, gracias al apoyo de sus padres y de sus 4 hermanos. Años más tarde se trasladaría a la capital para estudiar artes en la Universidad Central donde pasaría 4 años puliendo su talento pictórico.
“Mis obras se basan en la visión real y actual del pueblo indígena y la espiritualidad andina, en medio de una sociedad mestiza que cada día va perdiendo sus raíces autóctonas”, señala Sairy, mientras trabaja en una de sus obras más recientes e inquietantes.
Se trata de un óleo de 60x50, que a primera vista parece la imagen de la virgen María. Al profundizar en ella se puede observar que se trata de la representación de la Pachamama, ataviada con una túnica blanca y un chal con los tonos del arcoíris, sobre un cóndor con las alas abiertas.
Obras como ésta le han permitido viajar a países tan lejanos como Francia, Bélgica, Suiza, Dinamarca, Alemania y Estados Unidos. En este último, de 2008 a 2009, tuvo la oportunidad de exponer sus pinturas en importantes museos de Washington, Nueva York, Los Ángeles, entre otras.
Durante estos viajes pudo además visitar la reserva de la tribu Sioux, en Dakota del Sur.
“A pesar de la invasión europea en el siglo XVI, en esa comunidad se ha conservado casi intacta la cultura de los Sioux. Es increíble observar las técnicas de sanación y espiritualidad que allí se practican, en total armonía con la naturaleza y con elementos y métodos tan milenarios que prácticamente son inentendibles para los mestizos”, dijo.
Lligalo se refiere al Inipi, una especie de choza pequeña hecha sobre una estructura de madera con pieles o barro, y destinada para el rito de sanación interior que esta tribu realiza cada semana. Los participantes de dicha ceremonia ingresan al Inipi en ropa interior y reciben baños de vapor con hierbas aromáticas del lugar.
Al volver de su viaje en 2010, el artista inauguró en Chibuleo el primer Inipi del Ecuador, con el objetivo de dotar a su comunidad con un espacio de meditación, paz interior y sanidad.
“En esencia todos los indígenas somos los mismos. Tenemos ceremonias muy similares para liberar la mente de preocupaciones innecesarias y cargas emocionales que nos hacen retroceder en nuestra carrera diaria”, dijo.
Allí, junto a otros 5 jóvenes Chibuleos, Sairy realiza la ceremonia de sanidad por sudor cada mes, con el vapor de manzanilla, ruda, matico, eucalipto y otras hierbas. Esta experiencia le permite relajarse, meditar e inspirarse en medio de charlas en quichua y una temperatura interior de entre 50 y 60 grados.
Reconocimientos
El talento de Sairy Lligalo lo ha hecho acreedor de importantes reconocimientos. En 2001 ganó el concurso de Pintura Latinoamericana, realizado en Quito.
La Casa de la Cultura también lo ha premiado por varias ocasiones por sus coloridas e innovadoras exposiciones pictóricas de paisajes andinos y deidades animistas. La última de éstas la realizó hace 4 meses.
Ha recibido además reconocimientos en varias ciudades de Estados Unidos por sus dibujos de elementos naturales que son utilizados como bocetos previos para tatuajes.
El sol, la luna, las estrellas, la noche y las aves son también inspiración y protagonistas de sus obras. Pese a que trabaja con una completa gama de color, los tonos que nunca faltan en sus óleos son el rojo, amarillo, azul, negro y verde.
Además de pintor, Sairy se destaca como escritor de literatura quichua, escultor y músico. Estos talentos complementarios lo han ayudado mucho para poder expresar su ideología a la sociedad, que muchas veces se ha limitado al escaso espacio de un lienzo.
“Espero que mis dos hijas, de 15 y 7 años, hereden el talento y gusto por la creación y por el arte”, señaló.
En un mes, Lligalo realizará una completa exposición pictórica de sus más recientes obras. Allí además exhibirá los tambores ceremoniales que desde su juventud aprendió a elaborar para las múltiples festividades que esta comunidad celebra.
Un cuadro, óleo o pintura de 50x60 centímetros, en la que el artista se demoraría entre 5 días y 2 semanas, está valorado en $ 200.