Los vendedores se apoderan casi totalmente de las calles y aceras
Ambato tiene 2 zonas de riesgo por los informales
Los lunes, el comercio informal se acentúa y causa desorden vehicular y peatonal en 2 sectores del centro de Ambato, considerados neurálgicos. El primero está en un tramo de la calle Tomás Sevilla, entre las también concurridas calzadas Juan Benigno Vela y Cevallos.
El otro es la prolongación de la Tomás Sevilla a lo largo de 7 cuadras (Primera Imprenta, Bernardo Darquea, Simón Bolívar, Vicente Rocafuerte, Cristóbal Colón, Cuenca, Francisco Arroyo y García Moreno), hasta desembocar en la plaza Primero de Mayo.
En ambos casos, los comerciantes informales se juegan el todo por el todo para conseguir expender prendas de vestir, correas, productos agrícolas, útiles escolares (por esta temporada de inicio de clases), antenas de televisión, comidas preparadas e incluso suplementos nutricionales naturales y otros.
Todo esto ocurre a la vista de policías municipales, fácilmente identificados por sus uniformes de camuflaje en tonalidades azules y blancas. El trajín se acentúa en el primer sector desde las 15:00.
El ruido de cientos de voces se eleva desde diferentes puntos: los negocios del mercado Modelo, los compradores y transeúntes que pasan por allí sorteando a los informales y los conductores que no dejan de pulsar los pitos de sus automotores para alertar a los incautos que caminan por media calle.
“Vengo en mi carro desde Los Andes y me dirijo hacia Atocha y no tuve otra opción que utilizar la calle Tomás Sevilla para luego seguir por la Cevallos en dirección al puente Luis A. Martínez. Pero en este trayecto la gente no tiene miedo a los carros y los vendedores invaden todo. El desorden es muy peligroso”, aseguró el conductor Ernesto Salgado.
En la calle Sevilla, frente al mercado Modelo, las aceras de 3 metros de ancho son insuficientes para contener a los ambulantes y compradores. Camionetas de carga se estacionan en doble fila delante de los 4 contenedores de color verde que se instalaron en ese sitio.
Los policías municipales caminan y cada tiempo hacen sonar sus silbatos alertando de su presencia.
Los informales, en cambio, aplican una estrategia ingeniosa para huir: los costales de yute fueron cocidos como si fueran enormes bolsos con cierre. De este modo guardan sus mercancías y se esconden en el tumulto.