Publicidad

Ecuador, 21 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

289 familias en Penipe se informan del volcán

Durante algunas noches, entre la penumbra, los vecinos se encuentran y cambian información sobre sus terrenos y propiedades que quedaron cerca al coloso. FOTO: ROBERTO CHAVEZ |  El Telégrafo
Durante algunas noches, entre la penumbra, los vecinos se encuentran y cambian información sobre sus terrenos y propiedades que quedaron cerca al coloso. FOTO: ROBERTO CHAVEZ | El Telégrafo
16 de febrero de 2014 - 00:00

Los 15 años de actividad del coloso han minado parte del ánimo de  las personas que viven a su alrededor en la provincia de Chimborazo.

Si bien la construcción del reasentamiento en Penipe les ayudó a vivir lejos del peligro, las  secuelas psicológicas no han sido superadas por algunos de los desplazados.

Mariana Ramírez, de 80 años, todavía recuerda   la primera vez que tuvo que abandonar su hogar  en Palictahua. Lo hizo sin poder contener las lágrimas y aún   entrecruza sus manos cuando relata cómo las piedras incandescentes rodaban por los flancos del coloso hacia las quebradas.

“Temblaba mucho y en ese tiempo tenía 65 años y podía valerme  por mí misma. Los militares ingresaron en el pueblo y nos pidieron que saliéramos. No tuvimos opción  y buscamos refugio” afirma.

Las primeras noches las pasó en casas de familiares y en refugios ocasionales. En una de las reactivaciones, una gran explosión la asustó más de la cuenta y cuando trató de correr se tropezó y se lesionó una pierna. Ahora se ayuda de un bastón para caminar.

Como ella, cientos de familias fueron desarraigados de sus propiedades y los hogares rurales, por lo menos hasta que mermara el peligro. En 2007, el Gobierno a través del Ministerio de Desarrollo  Urbano y Vivienda (Miduvi) construyó 187 casas en el sector La Candelaria del cantón Penipe. 

Las edificaciones blancas cuentan  con una sala comedor, tres dormitorios y un baño. Los pisos de ingreso son de baldosa y en los dormitorios, de parqué.

Johnson Barriga, presidente de este conjunto habitacional, asegura que este lugar cobra vida en la tarde y noche. “Con el anochecer retornan los hombres que cultivan sus tierras en Palictahua, Bilbao, Puela, Choglontus, Manzano, entre otros. Los jóvenes estudian y en las mañanas solo se quedan los niños pequeños y los adultos mayores”, dice Barriga.

En las noches se arremolinan en las esquinas para conversar de dos temas principales: las labores agrícolas y negocios y la situación del volcán Tungurahua que volvió a reactivarse el 1 de febrero.

“Hablar entre nosotros nos hace bien. Es una forma para descargarnos emocionalmente. Platicamos de la situación de los cultivos y de las viviendas que se quedaron en los campos a merced del volcán activo, las explosiones y la ceniza”,    manifiesta Lorena Loaiza.

Las condiciones de vida en el reasentamiento son dignas, según los habitantes. Cuentan con   los servicios básicos: agua potable, luz eléctrica, alcantarillado y seguridad. Algunas casas tienen   jardines decorados con flores naturales, mientras otras exhiben  pequeños cultivos de sus zonas rurales.

Hay incluso acceso a la tecnología con las  antenas de televisión satelital  de la Corporación Nacional de Telecomunicaciones (CNT) y centros de internet.
La seguridad del reasentamiento está a cargo de los mismos moradores. Ellos organizan rondas, mientras los demás regresan al campo.  Mariana Sánchez regresa a diario a sus terrenos para cuidar sus sembríos  ubicados en Puela y vuelve a dormir en Penipe. 

“Estoy tan agradecida por tener un sitio al cual volver. A la vez,  me da mucha pena ver cómo el trabajo de una vida se tiene que dejar, pero la integridad vale más. Acá también nos cae ceniza de vez en cuando, pero estamos en una zona segura”, explica Sánchez.

A pocos metros del lugar se encuentra el reasentamiento El Samaritano, según sus habitantes, un convenio entre la Municipalidad con instituciones extranjeras permitió la construcción de 102 casas para que vivan grupos familiares que habitan cerca al macizo.

Blanca Machado,  su esposo e hijo tuvieron que abandonar su casa en el Manzano. “Es triste dejar todo, pero cuando vemos que el volcán continúa activo nos sentimos felices de estar aquí. Creo que todo tiene un sacrificio.  Es doloroso resignarse a quizás nunca regresar con seguridad a nuestras tierras”.

En Chimborazo hay otros reasentamientos en el cantón Guano y Pallatanga. Las instituciones gubernamentales intentan que   esos sitios no sean subutilizados.

Hermuy Calle, gobernador, explica que  trabajan en  una investigación para saber el uso real de las viviendas de los reasentamientos. “Al momento tenemos ocho personas que necesitan una casa en esos sitios, dice Calle.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media