Ambato y Latacunga, en la Sierra centro, no solo comparten el turismo y carreteras en buen estado y  que conectan a las dos capitales provinciales, también tienen líos comunes como el comercio informal, que en el último año se ha incrementado en las calles céntricas.

En la capital de Tungurahua, en diversas aceras y esquinas de la avenida Cevallos y calles transversales como la Tomás Sevilla, 12 de Noviembre, Juan Benigno Vela, Eugenio Espejo, Lalama, entre otras, la presencia de informales se acentúa.

Según datos municipales, alrededor de mil comerciantes informales deambulan por esta zona y causan caos vehicular y peatonal. En Latacunga el problema es similar, a pesar de los controles que realiza el Cabildo. La mayoría de vendedores proviene de Tungurahua, Chimborazo y Pichincha. Es el caso de Sara M., oriunda de la comuna Santa Teresita de Guabug en Chimborazo.

Ella viaja  los sábados a las 17:00 de Riobamba y llega a las 19:00 a la capital de Cotopaxi en donde interactúa con otros 800 informales que se ubican en el centro y ofrecen de todo: prendas de vestir, material de aseo, zapatos, artículos de cuidado personal, etc. De acuerdo con el reporte oficial, alrededor de mil vendedores inundan semanalmente las cercanías del  Centro Comercial Popular El Salto.

La Comisión de Servicios Públicos del Municipio resolvió censarlos para después reubicarlos en puestos fijos disponibles en diversas plazas y mercados de esta urbe. Entre tanto, a los mercaderes ambulantes lo único que les importa es no perder sus ventas y no quieren abandonar las calles.

Es el caso de Aníbal B., que tenía un puesto fijo en la plaza Canadá de San Felipe. Allí vendía relojes, memorias flash y otros productos, pero prefirió comercializarlos en la calle. (I)