Ambato y Riobamba no son ciudades plenamente accesibles para las personas con discapacidad y para las de la tercera edad, especialmente aquellas que se movilizan en silla de ruedas.

“Es prácticamente imposible movilizarse con seguridad por la avenida Cevallos, en el centro ambateño. No hay rampas en las mayoría de veredas y el comercio informal nos obliga a desplazarnos por las calzadas y enfrentamos el riesgo de ser atropellados, pues el tránsito vehicular es intenso”, aseguró Alfonso Morales que usa una silla de ruedas por más de 20 años.

En Riobamba ocurre algo similar con las calles Daniel León Borja, 10 de Agosto y otras. “Parece que las autoridades municipales de turno se olvidan de que ellas también envejecen y que cuando se supera los 65 años de edad la fuerza de las piernas ya no es la misma. Muchos tenemos que arrastrar los pies para caminar y se nos hace difícil subir gradas y veredas elevadas”, explica Matilde Rodríguez, maestra jubilada de 80 años.

En Tungurahua, la ciudad más accesible es Baños de Agua Santa. En ese contexto, los denominados bolardos (pequeños postes de hierro) también causan problemas a las personas con discapacidad  visual.